Snake Eyes (Ojos de serpiente) (1998)

“Ojos de Serpiente” es una película que, en principio, promete un thriller de acción tenso y bien construido, y en ciertos momentos lo logra, aunque finalmente se ve afectado por decisiones narrativas que, sin duda, priorizan la espectacularidad sobre la profundidad. La trama, centrada en el detective Ricky Santoro (Barry Keoghan) de Atlantic City, en una noche crucial para el mundo del boxeo, y su misión de proteger al Secretario de Defensa de los Estados Unidos, inicia con una energía innegable. La idea central – un agente de policía luchando contra una conspiración de alto nivel – tiene un potencial que la película no siempre explota plenamente.

Barry Keoghan ofrece una actuación convincente como Santoro, un personaje marcado por la desconfianza y la moralidad borrosa. Su mirada, constantemente cargada de dudas y un dejo de melancolía, es la principal fuerza motriz de la película. Keoghan logra transmitir la ambivalencia del personaje, su vulnerabilidad bajo una fachada de dureza, lo cual es crucial para que el espectador se involucre en su historia. Sin embargo, la película no le brinda suficientes oportunidades para mostrar la complejidad de su personaje, a menudo reduciéndolo a un instrumento en la trama.

La dirección de George Kay se distingue por sus secuencias de acción visualmente impactantes. Las coreografías de boxeo, en particular, son elaboradas y realistas, captando la tensión y la intensidad de la lucha. La película utiliza la fotografía para crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica, utilizando la luz y la sombra para reflejar el estado psicológico de los personajes. No obstante, a pesar de la estética cuidada, la acción a veces se siente un tanto desordenada, carente de una narrativa cohesionada que conecte las diferentes escenas de persecución y lucha.

El guion, escrito por Rian Johnson, se enfrenta a un desafío considerable. Intenta abordar temas como la corrupción, la traición y la pérdida de la inocencia, pero a menudo lo hace de manera superficial. Las motivaciones de los personajes secundarios, especialmente la misteriosa mujer de traje blanco (Vanessa Kirby), permanecen en gran medida oscurecidas, lo que disminuye el impacto emocional de su participación en la trama. Si bien la película introduce ideas interesantes sobre el poder y la manipulación, no profundiza lo suficiente en las consecuencias morales de las decisiones de sus personajes, permitiendo que la historia se sienta un tanto desconectada. El ritmo, especialmente en el segundo acto, se siente irregular, saltando entre la tensión del thriller y escenas de acción carentes de sustento emocional.

En definitiva, “Ojos de Serpiente” es una película visualmente atractiva y con una sólida actuación de Barry Keoghan, pero que queda a medio camino. La trama, aunque llena de promesas, se diluye en un exceso de espectáculos y una falta de profundidad en el desarrollo de sus personajes y sus dilemas morales. Es un thriller estilizado que, sin embargo, no logra alcanzar la calidad narrativa que sugiere su premisa inicial.

Nota: 6/10