Snowden (2016)

“Snowden” no es simplemente una película sobre Edward Snowden y el programa PRISM. Es una disección precisa y, a veces incómoda, de la erosión de la privacidad en la era digital. La película, dirigida por la dupla ganadora de “Zero Dark Thirty”, Joe Wright y la fotografía de Linus Sandberger, logra capturar la tensión y la incertidumbre que envolvió la revelación de los documentos clasificados por Snowden en 2013. La película, basada en las memorias de Luke Harding y Anatoly Kucherena, se centra en el viaje de Snowden, desde su trabajo como analista de la NSA hasta su decisión arriesgada de filtrar información confidencial al diario The Guardian. El film no busca glorificar al protagonista, sino presentar una narrativa compleja que explora las motivaciones, la angustia y las consecuencias de sus acciones.

La dirección de Wright se muestra particularmente eficaz en la creación de un ambiente claustrofóbico y de constante vigilancia. La película se sumerge en la rutina, la aburrida pero omnipresente, del trabajo de Snowden en la NSA. La fotografía de Sandberger, con su uso prominente de tonos grises y oscuros, transmite esa sensación de control y de una mirada constante. La película no se limita a mostrar los aspectos técnicos del programa PRISM, sino que explora el impacto psicológico en los individuos que lo implementaron y lo vivieron. Las escenas en la NSA, tensas y llenas de protocolos, son notablemente realistas, alejándose de la romantización que a veces se le atribuye a este tipo de historias.

Las actuaciones son sobresalientes. Joseph Gordon-Levitt ofrece una interpretación sólida y matizada de Snowden, evitando caer en clichés heroicos. Demuestra su evolución, desde un joven empleado idealista hasta un hombre atormentado por la decisión que tomó. Keira Knightley, en el papel de Lindsay Mills, la novia de Snowden, aporta una vulnerabilidad y una profundidad emocional que complementan a la perfección la complejidad del personaje. El reparto secundario, incluyendo a Michael Shannon como la figura imponente del director de la NSA, William Gibson, ofrece interpretaciones convincentes que enriquecen la trama. Sin embargo, la película a veces se siente demasiado centrada en las conversaciones y en la exposición de datos, relegando un poco el desarrollo emocional de algunos personajes secundarios.

El guion, adaptado de las memorias de Harding y Kucherena, es preciso y detallado, aunque a veces se sacrifica la profundidad emocional en favor de la exposición informativa. Se intenta retratar las implicaciones legales y geopolíticas de las acciones de Snowden, pero en ocasiones, la densidad de información puede resultar algo abrumadora para el espectador. La película también aborda, de manera efectiva, el debate ético que rodea la vigilancia masiva, planteando preguntas cruciales sobre el equilibrio entre seguridad nacional y la libertad individual. “Snowden” no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión. Es una película importante, no solo por su contenido informativo, sino también por su capacidad para generar debate y, quizás, para despertar una mayor conciencia sobre los límites de la privacidad en el mundo contemporáneo.

Nota: 8/10