Sobran las palabras (2013)

“Sobran las palabras” es una comedia dramática que, lejos de optar por la grandilocuencia o la sentimentalidad empalagosa, se adhiere a una amalgama de personajes con heridas emocionales profundas y un humor sutil pero efectivo. La película, dirigida con maestría por Juan Luis Santana, no busca la sorpresa, sino que se centra en la observación de la vida cotidiana, el crecimiento personal y la dificultad inherente a conectar con otros seres humanos. La historia nos presenta a Eva, una mujer solitaria y con una vida aparentemente discreta, y su proceso de adaptación a la inminente partida de su hija, un evento que la obliga a confrontar su propia soledad y a abrirse a nuevas posibilidades.

La dirección de Santana es notable por su capacidad para crear un ambiente íntimo y realista. Se evita el artificio y la sobreexposición, permitiendo que los personajes se desarrollen orgánicamente. La cinematografía, cálida y con una paleta de colores suaves, contribuye a esta sensación de familiaridad, como si estuviéramos presenciando un fragmento de la vida de estos individuos sin interrupciones. Sin embargo, la película no se conforma con la mera descripción; Santana sabe incluir momentos de humor genuino, a menudo nacidos del contraste entre la vulnerabilidad de los personajes y sus intentos de conectar con el mundo.

El reparto es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Leticia Calderón ofrece una interpretación magistral de Eva, transmitiendo con sutileza la complejidad de su personaje. Su Eva es una mujer marcada por el pasado, pero que posee una chispa de vitalidad que se manifiesta en sus interacciones con Albert (interpretado con encanto por David Alonso) y Marianne (una Patricia Sanz deslumbrante). Alonso aporta un toque de ternura y vulnerabilidad a su personaje, mientras que Sanz crea una Marianne memorable, una poetisa en busca de sentido y conexión. Las actuaciones son naturales y creíbles, lo que permite al espectador conectar emocionalmente con los personajes y empatizar con sus luchas.

El guion, coescrito por Santana y Marcos Pérez, es inteligente y evita los clichés del melodrama. La trama no avanza a un ritmo frenético, sino que se desarrolla con calma, permitiendo al espectador absorber las emociones y reflexiones de los personajes. El diálogo es veraz y honesto, sin ser demasiado expositivo. La película aborda temas como la soledad, el divorcio, la amistad y la búsqueda de significado en la vida, pero lo hace de una manera delicada y respetuosa. La inclusión de la poesía de Marianne, aunque no excesiva, añade una capa de profundidad al universo emocional de la película, sugiriendo que las palabras, a veces, pueden ser más poderosas que las acciones.

En definitiva, “Sobran las palabras” es una película conmovedora y sutil, que ofrece una visión honesta y humanista de la vida cotidiana. No es una película que te hará reír a carcajadas, pero te hará pensar y sentir. Es una pequeña joya cinematográfica, que se queda en la memoria con una mezcla de ternura y melancolía.

Nota: 7.5/10