“Sobrepasando el límite” (Over the Limit), la nueva película de Michael Winterbottom, no es una comedia hilarante ni un thriller frenético. Es, en su lugar, una pequeña y perturbadora radiografía de la frustración moderna, un comentario mordaz sobre el ruido, la ansiedad y la creciente sensación de impotencia que experimenta una parte considerable de la población urbana. La película se centra en David Owen (Tim Robbins), un hombre de negocios exitoso pero claramente desequilibrado, atormentado por la omnipresencia del ruido en Nueva York. Este ruido, que para el espectador puede parecer excesivo y caricaturesco, para David se convierte en una amenaza existencial, un estímulo constante que lo lleva a un comportamiento radicalmente destructivo: destruir, sistemáticamente, los objetos que le interrumpen la tranquilidad.
Winterbottom, conocido por su estilo documental y sus incursiones en el cine independiente, vuelve a apostar por un tono realista y poco convencional. La película evita la espectacularidad y la melodramatización, optando por una fotografía sobria, con colores apagados que reflejan el estado mental de David. La dirección es precisa y se centra en la observación de detalles, en la sutil expresión del personaje de Robbins. Winterbottom no intenta justificar las acciones de David, sino que se limita a mostrarlo, sin juzgarlo, lo que le lleva a comportamientos cada vez más absurdos, pero con una lógica interna, por más distorsionada que sea. La atmósfera de la película es claustrofóbica, como si el espectador compartiera la sensación de agobio y desesperación del protagonista.
Tim Robbins ofrece una actuación magistral, interpretando a David con una mezcla de vulnerabilidad, ira y una extraña calma. Logra transmitir la incomodidad y la angustia del personaje sin caer en clichés. La química entre Robbins y los actores que interpretan a sus seguidores, personajes igualmente marginales y con sus propios demonios, es palpable. Estos personajes no son villanos tradicionales, sino individuos que, a su manera, se identifican con la frustración y la necesidad de rebelarse contra el sistema. El guion, aunque no destaca por su complejidad narrativa, es efectivo en su capacidad para construir una pequeña mitología en torno a la figura de David, convirtiéndolo en un tipo común, un ciudadano exasperado que encuentra una forma de expresar su inconformidad.
Sin embargo, la película no es perfecta. El ritmo, a veces, puede resultar lento y la trama, aunque interesante, podría haber sido más desarrollada. Algunos de los momentos más absurdos de las acciones de David podrían haber sido llevados a un extremo mayor para generar un mayor impacto cómico o dramático. No obstante, “Sobrepasando el límite” es una película que invita a la reflexión. Nos obliga a preguntarnos qué nos frustra, qué nos hace perder la cabeza y si, en nuestra propia vida, no estamos a punto de cruzar un límite similar. Es un pequeño, pero resonante, estudio de personaje y un recordatorio de que, a veces, el ruido más molesto es el que proviene de nuestro interior.
Nota: 7/10