¡Socorro, soy un pez! (2000)

“¡Socorro, soy un pez!” es una película familiar que, aunque no llega a ser una joya cinematográfica, logra entretener y sumir al espectador en un mundo submarino visualmente atractivo y lleno de aventuras. La premisa, la de tres niños transformados en peces y con un tiempo limitado para revertir la situación, es arquetípica pero, afortunadamente, bien ejecutada. La película se basa en un viaje de descubrimiento, tanto literal como metafórico, donde la amistad y el coraje se convierten en las armas más poderosas de los protagonistas.

La dirección de David Moreau, colaborando con Christopher Simon, logra un equilibrio entre la acción, el humor y la aventura. Las secuencias submarinas son particularmente impresionantes, aprovechando el uso del CGI para crear un mundo acuático vibrante y lleno de detalles. No obstante, es importante señalar que, en ciertos momentos, la tecnología se impone sobre la narrativa, generando algunas escenas que resultan un tanto artificiales. La banda sonora, aunque eficiente, no aporta ninguna originalidad que la distinga de otras películas infantiles de este género.

El reparto infantil es uno de los puntos fuertes de la película. LeoLeonard, Flora Bréaud y Thomas Gaume ofrecen interpretaciones convincentes como los tres amigos: Stella, la líder intrépida; Charlie, el más inteligente y escéptico; y Fly, la impulsiva y aventurera. Logran transmitir la emoción y el miedo de sus personajes, y sus interacciones son genuinas y divertidas. Aunque la película se centra principalmente en ellos, las actuaciones de los actores de reparto, especialmente los que interpretan a los animales marinos, enriquecen la experiencia visual y aportaban una credibilidad a la historia.

El guion, escrito por Moreau, Simon y Benjamin Barnea, presenta un argumento sencillo pero efectivo. La trama se desarrolla a un ritmo constante, con suficientes giros y desafíos para mantener la atención del espectador. Sin embargo, se nota cierta dependencia de clichés y situaciones predecibles, lo que le resta profundidad a la historia. La construcción del ‘antídoto’ y los obstáculos que deben superar los niños son, en general, poco imaginativos, pero la película compensa con la energía de los niños y su dinámica de amistad. El mensaje sobre la importancia de la unidad y el coraje ante la adversidad es claro y, en definitiva, positivo.

A pesar de sus defectos, “¡Socorro, soy un pez!” es una película entretenida y visualmente atractiva, ideal para disfrutar en familia. No es una obra maestra, pero sí una opción adecuada para una tarde de cine sin pretensiones. La película consigue evocar una sensación de asombro y aventura, invitando al espectador a suspirar por momentos mágicos y a reflexionar sobre el valor de la amistad.

Nota: 6/10