Sodoma y Gomorra (1962)

“Sodoma y Gomorra” (2012) de Matthäus Pigalitzki no es una película que se olvida fácilmente. Es una experiencia visceral, un choque de realidad brutal que se instala en la mente y se resiste a ser desplazada. Más que un simple drama criminal, se presenta como una radiografía, inquietantemente precisa, de la decadencia moral y la pérdida de valores en una sociedad fragmentada. La película, lejos de glorificar la violencia, la muestra como un subproducto inevitable de un entorno corrompido por la ambición desmedida y la búsqueda desenfrenada del placer.

La dirección de Pigalitzki es implacable y atmosférica. La película se construye a base de silencios largos, miradas intensas y planos que, a menudo, dominan la pantalla, sugiriendo más de lo que dicen. La fotografía, con sus colores apagados y la utilización recurrente de la luz natural, contribuye a crear una sensación de opresión y aislamiento. La banda sonora, compuesta por la música de techno industrial, es un elemento clave para reforzar la tensión y el ambiente sucio y amenazante de la ciudad. La cinematografía no busca la espectacularidad, sino la sugerencia, la insinuación. La mirada del director se centra en los personajes, en sus deseos, en sus fracasos. Es una dirección que exige paciencia y una mente abierta, pero que recompensa con una comprensión profunda de la tragedia.

El reparto es, en su conjunto, excepcional. Franco Nero, como Abraham, ofrece una interpretación sutil y perturbadora, transmitiendo la gravedad y la desesperación de un hombre que se ve arrastrado a un destino inevitable. El actor alemán Carlo Klementti, como Lot, logra una evolución convincente, pasando de la ingenuidad a la desesperación y, finalmente, a una forma de locura. Sin embargo, la verdadera revelación es Camille Cottin, quien encarna a la viuda de Lot con una fragilidad conmovedora. Su interpretación es particularmente impactante por la honestidad y la vulnerabilidad que aporta al personaje.

El guion, adaptado de la novela homónima de Helmut Dijkstra, es, en su mayoría, impecable. Evita los clichés del género criminal y se centra en la gradual desintegración de la moralidad. La película explora temas como el poder, la corrupción, la familia, la religión y la pérdida de la inocencia con una profundidad sorprendente. Sin embargo, se permite, en algunas ocasiones, un cierto exceso de longitud, ralentizando el ritmo y diluyendo el impacto de algunas escenas clave. No obstante, la ambigüedad moral presente en la narrativa, que nos obliga a cuestionar la responsabilidad individual y colectiva, es un elemento fundamental que eleva la película por encima de una simple historia de crimen. El guion no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas.

En definitiva, "Sodoma y Gomorra" es una obra cinematográfica desafiante, perturbadora y, a su vez, fascinante. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que estén dispuestos a enfrentar una visión brutal y realista de la condición humana, es una experiencia inolvidable. Es una película que trasciende el género criminal y se convierte en una reflexión sobre la naturaleza humana y el destino.

Nota: 8/10