Soldado Universal (1992)

“Soldado Universal” no es una película que deja una impresión duradera, sino una que permanece como un eco inquietante en la mente. La película, en su esencia, presenta una premisa intrigante: el ejército, operando en secreto, está experimentando con cadáveres para crear unidades de combate invencibles. La propuesta, inherentemente perturbadora, es explorada con una dirección visual que, aunque efectiva, a veces se ve eclipsada por la falta de profundidad narrativa.

La película se beneficia notablemente de la estética gótica y el uso de la iluminación, creando una atmósfera opresiva y sombría que envuelve cada escena. La fotografía de Kenji Nakagawa es fundamental, empleando sombras pronunciadas, colores apagados y un uso magistral del contraste para transmitir un sentimiento de desolación y peligro inminente. La dirección de arte es igualmente impresionante, construyendo una base militar aislada y desolada que se siente como un lugar condenado a la perpetua oscuridad. Sin embargo, la película podría haber logrado un impacto aún mayor si hubiera empleado estos elementos visuales para reforzar el desarrollo de personajes y la complejidad del guion.

Las actuaciones son discretas pero competentes. Peter Mullan, como el comandante de la base, ofrece una presencia imponente, proyectando una mezcla de determinación y algo que se asemeja a un arrepentimiento silencioso. La joven protagonista, interpretada por Sam Worthington, inicialmente se muestra como una periodista decidida y observadora, aunque su arco narrativo carece de la profundidad necesaria para generar una conexión real con el espectador. Worthington, en particular, no logra explotar el potencial de su personaje, quedando relegado a un rol de observadora. El reparto secundario, en su mayoría, es efímero y contribuye a la sensación de impersonalidad general de la película.

El guion, sin duda, es el punto más débil de “Soldado Universal”. Si bien la idea central es innovadora, la ejecución es tosca y carente de sutileza. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión artificial con pausas innecesarias. Las conversaciones entre los personajes se sienten forzadas, expositivas y desprovistas de la chispa necesaria para captar la atención. La película no se atreve a explorar las implicaciones morales de sus experimentos, sino que se centra en la acción y el suspense, evitando preguntas incómodas y dejando al espectador con una sensación de insatisfacción. La película podría haber ofrecido un debate sobre la ética de la ciencia, el valor de la vida y los límites de la tecnología, pero estas posibilidades se diluyen en la superficialidad de la trama.

A pesar de sus fallas, “Soldado Universal” presenta una interesante premisa y una estética visualmente impactante. Sin embargo, la ejecución es débil y el guion decepcionante. Es una película que, en última instancia, se queda corta de lo que podría haber sido.

Nota: 5/10