Solía ir allí (2020)

“Solía ir allí” es una pequeña joya cinematográfica, una comedia dramática que se abre paso con una sensibilidad particular, tejiendo una narrativa sutil y profundamente humana. La película, bajo la dirección de Phil Mack y Mark Risha, no busca el impacto explosivo del humor, sino la resonancia emocional a través de personajes imperfectos y situaciones cotidianas. El resultado es una experiencia contemplativa que, con el tiempo, te atrapa y te invita a reflexionar sobre la memoria, el arrepentimiento y la búsqueda de un sentido en la vida.

Gillian Jacobs, como Kate Conklin, ofrece una actuación magistralmente contenida. Su interpretación es la columna vertebral de la película, transmitiendo la angustia y la duda de una mujer que lucha con sus propios demonios internos. Jacobs evita los clichés de la comedia, y su actuación es genuina y profundamente conmovedora. El personaje de Kate es vulnerable, imperfecta y, a veces, irritante, pero precisamente en esa humanidad radica su atractivo. El resto del elenco también brilla, especialmente Mark Blum como el profesor, un hombre consumido por su pasado, y James Corden como un antiguo estudiante con una mirada melancólica. Cada personaje, incluso los secundarios, está bien definido y contribuye al rico tapiz emocional de la historia.

El guion, escrito por Mack y Risha, es la verdadera fuerza de la película. Evita las soluciones fáciles y las situaciones grandilocuentes, centrándose en los detalles. La película se desarrolla a través de una serie de encuentros casuales, conversaciones aparentemente triviales que, al final, revelan capas de dolor, ambición y arrepentimiento. La película no ofrece respuestas fáciles; más bien, plantea preguntas sobre cómo el pasado nos moldea y cómo podemos intentar redimirnos de nuestros errores. La escritura es sutil, observadora y, a veces, absurdamente divertida. La dirección artística también es notable, con un uso del color y la música que refuerza la atmósfera melancólica de la historia, sin caer en el sentimentalismo gratuito. La película se siente real, como si estuvieras observando fragmentos de la vida de personas reales, en un lugar real, aunque sea ligeramente mágico.

Si bien el ritmo puede ser lento para algunos espectadores, la paciencia es recompensada. "Solía ir allí" no es una película que se disfruta en un solo visionado. Requiere de una reflexión posterior, de una absorción del ambiente y de una disposición a conectar con los personajes. Es una película que se queda contigo, que te hace pensar en tus propios recuerdos y en las decisiones que has tomado. No es un drama convencional, pero sí es una experiencia cinematográfica profundamente significativa. En definitiva, es un pequeño triunfo de la comedia dramática, una película que celebra la humanidad en toda su imperfección.

Nota: 7/10