Sólo los tontos se enamoran (1997)

“Sólo los tontos se enamoran” (Only the Fools Fall in Love) es una película que, a primera vista, parece un cliché romántico de los ochenta, pero en realidad ofrece un retrato sorprendentemente agudo y complejo de una relación floreciente y disfuncional. La historia, centrada en el encuentro fortuito entre Alex Whitman, un ejecutivo de Nueva York, y Isabel, una joven madre soltera de Las Vegas, se beneficia de un ritmo pausado y de un enfoque que se aleja de la melodramatización habitual del género.

La dirección de Frank Coraci es elegante, incluso si a veces cae en la familiaridad de la estética de la época. No se busca un espectáculo visual grandioso, sino que se centra en la atmósfera, en la textura de las calles de Las Vegas y en la incomodidad palpable entre Alex e Isabel. Se siente una autenticidad que, a menudo, no se encuentra en las comedias románticas más comerciales. La película se beneficia de un enfoque en las interacciones sutiles entre los personajes, permitiendo al espectador conectar con sus emociones sin necesidad de grandes revelaciones o clichés. La banda sonora, compuesta por Michael Stevens, es impecable, realzando las escenas y aportando una dimensión nostálgica que complementa perfectamente la ambientación.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Matthew Perry, como Alex, ofrece una interpretación sutil y encantadora. Su personaje, un hombre de negocios aparentemente frío y calculador, se transforma a medida que se abre a la vulnerabilidad y al amor. Sin embargo, la verdadera joya de la película es Diane Lane como Isabel. Ella transmite una mezcla perfecta de fuerza, vulnerabilidad y sarcasmo. Su Isabel es un personaje redondo y creíble, con un pasado doloroso que la ha hecho desconfiar del amor. La química entre Perry y Lane es palpable, creando una relación que evoluciona de manera natural e innegable. Las escenas que comparten, llenas de tensión y humor, son particularmente memorables.

El guion, aunque predecible en algunos momentos, se vale de diálogos inteligentes y situaciones cómicas que funcionan mejor porque se basan en la personalidad de los personajes. La idea de explorar la dinámica entre un hombre de éxito, acostumbrado a controlar su entorno, y una mujer que ha aprendido a sobrevivir por su cuenta es fascinante. El guion no teme explorar las complejidades del amor y la paternidad, mostrando los desafíos y las alegrías de construir una relación en circunstancias poco convencionales. A pesar de los momentos más ligeros, la película aborda temas como la responsabilidad, la pérdida y la redención con sensibilidad y autenticidad.

En definitiva, “Sólo los tontos se enamoran” es más que una simple comedia romántica de los ochenta. Es una historia sobre el amor inesperado, la segunda oportunidad y la posibilidad de encontrar la felicidad en los lugares más improbables. La película tiene un encanto duradero, gracias a sus personajes bien construidos, sus actuaciones convincentes y su dirección cuidadosa. Nota: 7.5/10