Somos los mejores (1992)

“Somos los mejores” (Weird Science) no es solo una nostalgia agridulce, un paseo por los ochenta que evoca la misma sensación de primer amor adolescente y de rebeldía juvenil. Es, en realidad, una película sorprendentemente madura y reflexiva, que se atreve a cuestionar las convenciones y a explorar las consecuencias de nuestras acciones, incluso aquellas que nos parecen pequeñas. Emilio Estevez, en un papel que le sienta como la guaya de su camisa de franela, ofrece una interpretación sutil pero poderosa, alejándose del arquetipo de chico malo que tan bien le va. Su Gordon Bombay se presenta como un hombre inteligente, desengañado por la vida y, paradójicamente, buscando redención. No es un villano al que se sienta ganas de odiar, sino un individuo con sus defectos, con sus miedos y con una vulnerabilidad que lo hace profundamente humano.

La dirección de Stephen Kaplan es efectiva, logrando mantener un ritmo equilibrado entre la comedia, el drama y el romance. Se evita caer en la parodia excesiva, ofreciendo momentos de humor genuino y, a la vez, dotando de un peso emocional a la historia. El juego de cámara y la banda sonora, con su icónica canción "A Message to You" de Tiffany, complementan a la perfección la atmósfera de la época y contribuyen a crear una experiencia cinematográfica inmersiva. La película sabe jugar con la nostalgia sin convertirse en un ejercicio gratuito de añoranza. La fotografía, con sus colores vibrantes y sus planos de gran formato, recuerda a los clásicos de la ciencia ficción juvenil de la época, pero sin perder la frescura de la visión actual.

El guion, adaptado de la novela homónima de Raymond Nelson, es inteligente y bien construido. La premisa, un abogado que, para saldar una deuda, se adentra en el mundo de los videojuegos y la programación, resulta interesante y presenta un desafío significativo para el protagonista. Sin embargo, la película se eleva por encima de la simple trama de “cuento de hadas tecnológico”. Lo que realmente funciona es la exploración de la amistad, la aceptación y la búsqueda de la identidad. La relación entre Gordon y los chicos del equipo de hockey, que inicialmente lo veían como un anticuado fracasado, evoluciona de una forma genuina y conmovedora. La película no se limita a presentar un romance superficial; se centra en el poder de la conexión humana y en la capacidad de superar las limitaciones impuestas por la sociedad.

Finalmente, “Somos los mejores” es una película que merece ser vista y releída. No se trata solo de recordar la época de los videojuegos y los Walkman; es un recordatorio de que, a veces, los mayores cambios en nuestras vidas surgen de los lugares más inesperados. Es una película que celebra la amistad, la esperanza y la importancia de encontrar tu propio lugar en el mundo. Una joya escondida en el catálogo de películas de los ochenta que, a pesar de su formato, alcanza una profundidad y una sensibilidad que la hacen perdurable.

Nota: 7.8/10