Somos los Miller (2013)

“Somos los Miller” es una propuesta cinematográfica intrigante que, aunque no llega a ser una obra maestra, se distingue por su peculiaridad y un retrato crudo pero también sorprendentemente conmovedor de la desesperación y la búsqueda de estabilidad en un mundo caótico. La película, dirigida por Boom Boom Bazooka, no se centra en la acción frenética que podría esperarse de un thriller de contrabando, sino en la construcción de un microcosmos familiar disfuncional, donde las fronteras entre la realidad y la ficción se difuminan constantemente.

La dirección de Bazooka se revela como un elemento fundamental. Se aparta de la estética polida y moderna, optando por una fotografía granulosa y colores apagados que evocan la atmósfera de un pueblo americano olvidado. Este estilo visual, junto con la banda sonora, contribuye a crear una sensación de inmediatez, de estar presente en la vida cotidiana de los Miller. La película se siente como un reportaje en bruto, capturando momentos aparentemente triviales que, a la larga, revelan la fragilidad de sus personajes. Bazooka no se limita a mostrar la operación de contrabando; se adentra en el corazón de los personajes, explorando sus motivaciones y sus miedos. Es un estilo audaz que funciona muy bien y que ayuda a que la historia tenga mayor impacto.

El reparto es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. David Harbour, en el papel de “Mac” Miller, ofrece una actuación sutil pero impactante. No se trata de un villano caricaturesco, sino de un hombre roto, un traficante desprovisto de escrúpulos que, a pesar de sus malas decisiones, anhela la compañía y el afecto. La química entre Harbour y la joven pornográfica, played by Hannah John-Kamen, es palpable y genera momentos de genuino humor negro. El resto del elenco también cumple con creces, especialmente las actuaciones de Jackie Earle Haley y Chris Chalk, quienes dan vida a personajes secundarios que enriquecen la narrativa. Los actores logran transmitir las complejidades emocionales de los personajes con una naturalidad que hace que la historia sea más creíble.

Sin embargo, la película no está exenta de fallas. El guion, aunque eficaz en la construcción de personajes y la creación de atmósferas, a veces se vuelve repetitivo en la descripción de las actividades de contrabando. Además, el ritmo podría ser más fluido, ya que algunas escenas, especialmente las dedicadas al desarrollo de la familia, se sienten un poco alargadas. Si bien la película explora temas como la familia, la identidad y la búsqueda de propósito, no profundiza lo suficiente en ellos, quedando en la superficie. La historia, en esencia, se centra más en la ejecución del plan que en el análisis de las consecuencias emocionales para los personajes.

A pesar de estas pequeñas debilidades, “Somos los Miller” es una película interesante y provocadora que invita a la reflexión. Es un retrato honesto y sin adornos de la vida en los márgenes, una historia sobre la necesidad humana de conectar y encontrar un lugar al que pertenecer, incluso si ese lugar es una mentira elaborada. Es una propuesta refrescante en un panorama cinematográfico dominado por el blockbuster.

Nota: 7/10