“Sound of Metal” (El Sonido de Metal) es una experiencia cinematográfica visceral y profundamente conmovedora, una película que se instala en la mente y el corazón con una fuerza inesperada. Darius Marder, el director, ha logrado un hito en el género del drama psicológico, ofreciendo una exploración honesta y sin concesiones del impacto devastador de la pérdida auditiva, pero, más allá de la enfermedad física, de la pérdida de la identidad y la búsqueda de un nuevo propósito. La película no se limita a mostrar la enfermedad; se adentra en las complejidades emocionales, el miedo al cambio y la búsqueda de un sentido de pertenencia.
La actuación de Riz Ahmed como Ruben es, sencillamente, excepcional. Ahmed no solo recrea la física del proceso de la pérdida auditiva, sino que lo hace con una autenticidad que traspasa lo visual. Su interpretación transmite la frustración, la ira, el miedo y, finalmente, la aceptación con una humanidad palpable. No es un personaje fácil de entender; Rubén es a la vez volátil e incomprensible, un hombre atrapado en una crisis existencial. Ahmed logra capturar esa dualidad con una sutileza magistral, representando sus luchas internas con una vulnerabilidad que es increíblemente poderosa. Su dedicación al personaje va más allá de la actuación; se nota que ha investigado exhaustivamente la condición y ha trabajado en íntima colaboración con personas sordas para asegurar la veracidad de la representación.
La dirección de Marder se caracteriza por su enfoque en la inmersión del espectador. La narrativa se desarrolla principalmente desde la perspectiva de Ruben, utilizando una técnica innovadora de sonido que simula la pérdida auditiva progresiva. El sonido se vuelve un elemento clave, con la banda sonora reducida a ritmos y texturas sutiles, obligando al espectador a prestar atención a la imagen y a la comunicación no verbal. Esta decisión estilística, lejos de resultar artificial, intensifica la sensación de inmersión y de aislamiento que experimenta el protagonista. Además, el uso de la cámara, a menudo en primer plano, acentúa la intimidad y la vulnerabilidad de Ruben, creando una conexión directa con el espectador. La fotografía, fría y sin artificios, refleja la creciente desorientación del personaje.
El guion, adaptado de la obra de teatro de Dan Kemp, es elegante en su sencillez. Evita las melodras y se centra en las consecuencias emocionales y psicológicas de la pérdida auditiva. La relación entre Ruben y Lou (Olivia Cooke) es el núcleo de la película, un testimonio de la fuerza del amor y el apoyo en medio de la adversidad. Sin embargo, no cae en clichés románticos; su relación se construye sobre la necesidad mutua y el respeto, y se enfrenta a la tensión inherente al cambio. La película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices, sino que presenta una visión realista y compleja de la adaptación y la aceptación.
“Sound of Metal” es una película que permanece en la memoria mucho después de que los créditos han terminado. No es un drama fácil de ver, pero sí es una experiencia profundamente gratificante que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la identidad, el valor de la conexión humana y la capacidad del ser humano para adaptarse y encontrar un nuevo significado en la vida, incluso frente a la pérdida.
Nota: 9/10