South Park: Más grande, más largo y sin cortes (1999)

“South Park: Más grande, más largo y sin cortes” no es, precisamente, una película que aspire a la profundidad o a una reflexión filosófica. Es, en su esencia, lo que uno esperaría de la irreverente y profundamente absurda franquicia. La película, estrenada para el streaming, se erige como una extensión descontrolada y, a veces, torpemente divertida de su ya peculiar universo. Y lo hace aprovechándose de la situación política y social actual, una estrategia que, aunque arriesgada, puede resultar atractiva para los fans más acérrimos.

La premisa, como siempre en South Park, es grotesca e improbable: un simple acceso furtivo a una película canadiense, “The Danish Dog”, desencadena una escalada de tensiones intercontinentales. Esta locura inicial, aunque exagerada, sirve como el catalizador para una serie de situaciones cómicas que se desenvuelven con la naturalidad inherente al estilo de la serie. El guion, en general, se mueve a un ritmo vertiginoso, lanzando personajes, situaciones y comentarios mordaces de forma constante. No obstante, a veces, la rapidez con la que se plantean los conflictos puede ser un tanto desconcertante, dejando que ciertas subtramas se queden incompletas o sin el debido desarrollo. La dirección, responsabilidad de Trey Parker y Matt Stone, mantiene el estilo visual característico de South Park: caricaturesco, con un uso intenso de color y un diseño de personajes simplificado pero efectivo. El humor se mantiene agresivo y provocador, tal como lo hemos visto en décadas anteriores.

Las actuaciones, como siempre, son prácticamente irrelevantes. Los actores de voz originales – Trey Parker, Matt Stone y, en algunos momentos, creador y director de la serie, Paul Fusco – son los encargados de dar vida a los personajes. Su maestría reside en la captura de la personalidad única de cada uno, reproducir con precisión el tono y la forma de hablar de Stan, Kyle, Cartman y Kenny. La comedia se basa en la improvisación, en la entrega descarada y en la capacidad de los actores para transmitir emociones básicas a través de expresiones faciales y voces distintivas. No se busca un juego de actuación complejo; se trata de un estilo inmediato y directo que siempre ha sido la base del éxito de South Park.

Sin embargo, a pesar de su encanto reconfortante para los fans, "Más grande, más largo y sin cortes" se siente un poco cansada. La repetición de tropos y la inclusión de demasiadas referencias políticas, aunque intenten ser satíricas, terminan diluyendo el impacto cómico. La película no aporta nada particularmente nuevo a la franquicia y se limita a repetir lo que ya hemos visto antes. A pesar de ello, la película consigue generar risas y, ocasionalmente, momentos de reflexión (aunque brevemente) sobre la libertad de expresión y la responsabilidad mediática. Es un capricho para los fans, un festín de South Park que, para los no familiarizados con la serie, podría resultar abrumador y poco comprensible.

Nota: 6/10