Southland Tales (2007)

‘Southland Tales’ es una película que desde el primer instante te desafía a entenderla, a sumergirte en su atmósfera onírica y a aceptar que, en definitiva, la experiencia cinematográfica se produce más allá del mero entendimiento racional. Terrence Malick, en su regreso a la dirección tras años de silencio, no ofrece una narrativa lineal, sino una colección de fragmentos, de imágenes intensas que convergen para construir una visión distópica y profundamente inquietante de la decadencia americana.

La película se centra en un Los Ángeles al borde del colapso, un escenario perfecto para explorar la fragilidad de la realidad y la desconexión que experimentan sus habitantes. La ola de calor, tanto física como social, actúa como catalizador para exponer las contradicciones del país: la guerra en Irak, la corrupción, la obsesión por el entretenimiento superficial y la crisis económica se entrelazan en una trama que se asemeja más a un collage de situaciones que a una historia convencional. La figura de Santaros, interpretado con una sutileza magnética por Sam Rockwell, es la espina dorsal de esta complejidad. Su amnesia, su vida como estrella de acción con una memoria fragmentada, sirve como lente a través del cual el espectador es testigo de las miserias y anhelos de aquellos que se han perdido en un mundo deshumanizado.

La dirección de Malick, como es habitual en su filmografía, es absolutamente visual. Emplea una cinematografía sumamente cuidada, con tomas largas y contemplativas que se alargan hasta el punto de la inmersión. Utiliza la luz y la sombra para crear atmósferas opresivas, para enfatizar el aislamiento de los personajes. Sin embargo, es posible que esta estética, si bien poderosa, también pueda resultar abrumadora para algunos espectadores. El ritmo, deliberadamente pausado, requiere paciencia y disposición a aceptar la incomodidad que genera la ambigüedad de la narrativa.

Las actuaciones son, en general, excepcionales. Además de Rockwell, Penelope Cruz ofrece una interpretación conmovedora como Krysta Now, una estrella porno que busca escapar de su pasado y construir su propio futuro. Michael Shannon, como David Clark, el policía que investiga la conspiración, aporta una presencia inquietante y un aire de paranoia que contribuye a la atmósfera general. Aunque hay algunas actuaciones que podrían haber sido más contundentes, el conjunto es notable.

El guion, escrito en colaboración con Eric Roth, es el punto más discutible de la película. Es rico en ideas y referencias, pero también en divagaciones que, en ocasiones, pueden parecer gratuitas. La película explora temas complejos como la identidad, la memoria, la verdad y la mentira, pero no siempre logra articularlos de forma clara y coherente. Aunque la ambigüedad puede ser un punto fuerte para algunos espectadores, para otros puede resultar frustrante y confusa. Malick claramente busca provocar una reflexión, pero a veces el método es más interesante que el mensaje.

En definitiva, ‘Southland Tales’ es una película exigente, que no ofrece respuestas fáciles. Es una obra maestra del cine independiente, un desafío a la norma y una exploración fascinante de la condición humana en un mundo al borde del colapso. No es una película para todos los públicos, pero aquellos que estén dispuestos a dejarse llevar por su atmósfera onírica y su complejidad intelectual serán recompensados con una experiencia cinematográfica inolvidable.

Nota: 7/10