Soy espía (2002)

“Soy espía” (Spy, 2015) no es, sin duda, una obra maestra del cine de acción. Pero tampoco pretende serlo. Se trata, en esencia, de una adaptación cinematográfica de la popular serie de televisión de la misma temática, y ofrece una experiencia de ocio divertida, aunque ligeramente superficial. La película se beneficia enormemente del carisma de sus protagonistas, Jason Statham y Melissa McCarthy, quienes logran elevar el nivel general de la trama a pesar de la falta de profundidad en el guion.

La dirección de Steven Spielberg, aunque con un estilo más vertiginoso y menos pausado que en algunas de sus obras maestras, es eficiente y dinámica. La película está plagada de secuencias de acción coreografiadas con una precisión y un nivel de energía que realmente se notan. Spielberg sabe cómo manejar el ritmo, alternando momentos de explosiones y persecuciones con las interacciones cómicas entre Statham y McCarthy, lo que evita que la película se vea sobrecargada o demasiado frenética. La puesta en escena, con escenarios variados y efectos visuales que cumplen su función sin llamar demasiado la atención, contribuye a la atmósfera de aventura y peligro que la película busca crear.

Las actuaciones son, sin duda, el punto más fuerte de “Soy espía”. Jason Statham, conocido por su imagen de hombre de acción implacable, ofrece una interpretación sorprendentemente divertida como Murphy, un boxeador retirado que se ve obligado a volver a la acción. Su Murphy es un personaje cínico, sarcástico y un poco grosero, pero también con un corazón noble y una sorprendente capacidad para la improvisación. Melissa McCarthy, en cambio, interpreta a Joyce Esposito, una agente secreta de la CIA, con una energía desbordante y un talento innato para el humor. La química entre Statham y McCarthy es palpable y, a menudo, hilarante. Su diálogo, lleno de ingenio y bromas, es una de las mayores joyas de la película.

En cuanto al guion, aunque satisfactorio en su ejecución, no logra sorprender. La trama, basada en clichés del género de espías, es predecible y carece de una mayor complejidad. Se sienten, a veces, como elementos reciclados de la serie original, y la resolución, aunque satisfactoria, no ofrece ningún giro inesperado. La construcción del villano, interpretado por Robert Davi, es un poco superficial y su motivación no está del todo bien desarrollada. Se podría haber profundizado más en la historia de fondo del personaje, añadiendo matices a su carácter y explicando mejor sus acciones. Sin embargo, el guion funciona como un vehículo para las escenas de acción y las interacciones entre los protagonistas, que son lo que realmente atrae al espectador.

A pesar de sus defectos, “Soy espía” es una película entretenida y llena de acción. El carisma de sus protagonistas, la dirección de Spielberg y la música enérgica de Danny Elfman la convierten en una opción divertida para una noche de cine. No es una obra maestra, pero sí un entretenimiento sólido y, sobre todo, un recordatorio de que las estrellas pueden funcionar bien juntas, incluso cuando no comparten el mismo idioma.

Nota: 6.5/10