Soy único (1978)

“Soy único” (Originalmente “The Happy Snapper”) es una comedia que, en su esencia, intenta ser una fábula moderna sobre la perseverancia y la ambición desenfrenada. La película, dirigida con una modestia casi desconcertante por William Asher, no busca sacudir los cimientos del cine, sino más bien, ofrecer un entretenimiento ligero y, en ocasiones, sorprendentemente agudo. La película se centra en Andy Schmidt (Henry Winkler), un joven estudiante de fotografía con aspiraciones de convertirse en fotógrafo de celebridades, un sueño que se ve frustrado por las duras realidades del mercado laboral. La situación lo empuja a un giro inesperado: el wrestling profesional. Esta premisa, aunque arriesgada, funciona sorprendentemente bien gracias a una dirección que saborea los momentos cómicos con un toque de ternura.

Winkler ofrece una actuación sólida y, en su momento, refrescante. Su interpretación de Andy es matizada, mostrándonos a un hombre inseguro, vulnerable, pero también con una chispa de ingenio y una necesidad imperiosa de ser reconocido. El personaje de Andy, aunque caricaturesco en algunos momentos, logra conectar con el espectador a través de su lucha interna. Kim Darby ofrece un apoyo constante, aunque su personaje se queda un poco relegado en segundo plano, y William Daniels aporta un toque de sabiduría a su papel como el jefe de Andy, un personaje que, a pesar de ser más un contrapunto cómico, revela aspectos sutiles sobre la ética laboral y el respeto por los compañeros. Las actuaciones, en conjunto, cumplen su cometido, creando un elenco cohesionado y creíble.

El guion, en su mayor parte, es ingenioso y presenta situaciones cómicas que generan risas genuinas. Sin embargo, es en la segunda mitad de la película donde su ritmo se vuelve un poco irregular. Algunas secuencias del wrestling son exageradas y podrían haberse recortado sin afectar significativamente la trama. Además, la película carece de una profundidad emocional que le permita explorar completamente las consecuencias del sueño de Andy, tanto positivas como negativas. Se centra en la comedia física y el espectáculo del wrestling, pero podría haber profundizado en la relación entre Andy y Mary, o en el dilema moral que enfrentan al participar en este mundo. La película, en definitiva, es un entretenimiento agradable, pero no se distingue por su originalidad ni su complejidad.

A pesar de sus fallos, “Soy único” es una película entrañable que ofrece una visión realista, aunque a veces simplificada, de las ambiciones juveniles. Su tratamiento del sueño americano, centrado en el éxito individual, es pertinente, y su mensaje, aunque sencillo, es positivo. La película podría haber sido mejor, sin duda, pero posee un encanto particular que la hace recomendable para aquellos que buscan una comedia ligera y sin pretensiones.

Nota: 6.5/10