Speed Dragon (2014)

“Speed Dragon” no es precisamente una joya del cine, pero tampoco un fracaso absoluto. La película se define por su energía frenética, una constante avalancha de acción y música rock, un intento por emular la estética de directores como Brian De Palma y Sam Peckinpah, pero con una estética propia, a veces torpe, pero siempre vibrante. La dirección de la película, a cargo de la dupla Juan Cristóbal y Alejandro Velázquez, se centra en mantener el ritmo trepidante, utilizando planos rápidos, movimientos de cámara dinámicos y efectos visuales que, aunque datan en ciertos momentos, contribuyen al caos general de la trama.

El guion, sin duda, es su debilidad principal. La premisa, una banda bajo amenaza por un ejecutivo discográfico, es original en principio, pero la ejecución carece de profundidad. Los personajes, incluso los más interesantes como Renzo Lewis (interpretado con carisma por un Bruno Montesinos con actitud), se sienten como arquetipos, y sus motivaciones no siempre son claras. La trama se complica con la llegada de Bai Ling, actriz cuya presencia, aunque llamativa, no aporta mucho al desarrollo de la historia. Las subtramas, que exploran la ambición, la traición y la búsqueda de la supervivencia musical, se diluyen en medio de la acción descontrolada.

Las actuaciones son desiguales. Renzo Lewis, interpretado por Montesinos, roba la pantalla con su energía y carisma. Logra transmitir la frustración y la desesperación de un artista en peligro, y su pasión por la música es palpable. La química entre él y Bai Ling, a pesar de la diferencia de estilos, funciona sorprendentemente bien. Sin embargo, algunos personajes secundarios carecen de desarrollo y se reducen a simples herramientas para avanzar en la trama. Alain Azoulay, como el ejecutivo discográfico, ofrece una interpretación convincente, mostrando su despiacibilidad con una calma inquietante.

A pesar de sus defectos, “Speed Dragon” posee una calidad inherente que la hace entretenida. La banda sonora, fuertemente influenciada por el rock n’ roll clásico y el punk, es un elemento central de la película y, en ocasiones, logra capturar la atmósfera frenética de la trama. La película, en definitiva, es una propuesta audaz y desafiante, que busca entretener al espectador con una combinación de acción, música y melodrama. Si bien no alcanza la excelencia, ofrece un espectáculo visualmente estimulante y, para aquellos que aprecien el cine de acción con un toque de rebeldía, puede resultar sorprendentemente satisfactoria. Es un festín de movimientos de cámara y música que, aunque carente de sutileza, se mantiene en un frenesí constante que puede resultar hipnótico.

Nota: 6/10