Spider-Man: Cruzando el Multiverso (2023)

“Spider-Man: Cruzando el Multiverso” no es simplemente una secuela; es un torbellino visual y narrativo que amplía el concepto del multiverso de Marvel a un nivel antes inexplorado. Jon Watts, director de las anteriores entregas, regresa con un control impecable, pero esta vez con una inmensa carga creativa que, aunque resulta en momentos brillantes, también introduce cierta fatiga en el ritmo. La película se siente a veces como una colección de escenas espectaculares en lugar de una narrativa cohesionada, y eso, para mí, es su principal debilidad.

El corazón de la película reside en la dinámica entre Peter Parker y Gwen Stacy. La química entre Tom Holland y Zendaya, que ha sido un pilar de las anteriores entregas, se intensifica de manera convincente. Su romance se vuelve más maduro, más complejo, y su viaje juntos a través del multiverso les permite evolucionar como personajes y como pareja. La dirección de las escenas que los ven interactuar es magistral, dotándolas de una vulnerabilidad que las hace tremendamente identificables. Sin embargo, la película no se queda solo en su relación; también se centra en el desarrollo de Miles Morales. Shameik Moore, como siempre, ofrece una interpretación sólida, pero a veces la película se siente un poco injusta con su personaje, relegándolo a un rol secundario a pesar de su importancia en la saga.

En cuanto a la dirección artística, es, sencillamente, asombrosa. El diseño de producción es ambicioso y se esfuerza por dar vida a cada uno de los universos paralelos que se presentan. Los efectos visuales son de primer nivel y la creación de los diferentes Spidermans – cada uno con su propia personalidad y estilo de lucha – es visualmente impresionante. Los enfrentamientos multiversales son coreografías de acción virtuosas, llenas de momentos de puro espectáculo y creatividad. No obstante, hay que reconocer que la sobrecarga visual a veces eclipsa la narrativa, diluyendo el impacto de ciertas escenas clave.

El guion, aunque carece de la profundidad emocional que se podría haber alcanzado, presenta un planteamiento interesante en torno a la responsabilidad de ser un héroe. La idea de que cada Spiderman tiene su propia visión de lo que significa proteger a la gente, y las tensiones que surgen de esa diversidad, es rica y merece una exploración más profunda. El tema de la identidad y el legado, tanto para Peter como para Miles, se aborda con matices, aunque con un desarrollo que podría haber sido más satisfactorio. Hay diálogos agridulces que resaltan las presiones de ser un héroe, pero a veces el ritmo es un problema y las conversaciones se sienten algo forzadas. La amenaza central de la película, aunque bien concebida, se siente un poco olvidada en medio de la explosión de Spidermans y universos.

En definitiva, “Spider-Man: Cruzando el Multiverso” es un espectáculo visualmente impactante, con una ejecución técnica impecable y una química innegable entre sus protagonistas. No obstante, su ritmo desordenado y una falta de profundidad emocional le impiden alcanzar su máximo potencial. Es un ejercicio de blockbuster bien ejecutado, pero que podría haber ofrecido más sustancia.

Nota: 7/10