Spiral: Saw (2021)

“Spiral: Saw” no es una simple secuela; es un intento de revitalizar una franquicia que, en sus momentos más brillantes, ofrecía un terror psicológico visceral y verdaderamente inteligente. Sin embargo, esta entrega, dirigida por Mark Neveldier y Peter Corwin, se aferra con demasiada fuerza a la fórmula conocida, sacrificando, en gran medida, la profundidad y la sutileza que definieron las primeras entregas. La película se propone explorar la corrupción y la vanidad del poder dentro de una comisaría, pero termina resultando una experiencia más cercana a una serie de trampas gore y, a veces, ridículas.

Chris Rock interpreta a Ezekiel “Zeke” Banks, el detective cínico y despreocupado que, con su actitud desafiante y su falta de respeto por la autoridad, es el catalizador de su propia desgracia. Rock ofrece una actuación carismática y, en ocasiones, hilarante, aportando un elemento de humor negro que, aunque a veces excesivo, funciona como un mecanismo de defensa ante la atmósfera claustrofóbica y la creciente desesperación que invade la trama. No obstante, su personaje, aunque entretenedor, carece de la complejidad psicológica que le habría dado mayor peso dramático al conflicto principal. La relación entre Zeke y su compañero novato, Dan Norman (Max Minghetti), es también un punto débil. Si bien Minghetti aporta un toque de vulnerabilidad a la dinámica, sus interacciones son superficiales y no logran construir una conexión genuina con el espectador.

El diseño de las trampas, la marca distintiva de la franquicia, sigue siendo impresionante. Neveldier y Corwin, conocidos por su trabajo en comedias de acción, demuestran su habilidad para crear escenarios intrincados y aterradores, llenos de detalles macabros y situaciones límite. Sin embargo, la utilización de las trampas se siente a veces como una mera exhibición visual, desprovista de un propósito narrativo claro. La sobrecarga de gore, si bien puede ser estimulante para algunos, termina banalizando el horror y perdiendo su impacto emocional. El guion, coescrito por los mismos directores, se basa en clichés y diálogos forzados, carentes de originalidad y profundidad. Se intenta abordar temas de corrupción policial, pero la película no profundiza lo suficiente en las implicaciones morales o sociales de estas acciones, optando por una narración más centrada en la acción y la supervivencia.

A pesar de sus fallos, “Spiral: Saw” ofrece algunos momentos de genuino terror y suspense. La tensión aumenta a medida que Zeke se ve atrapado en el ciclo de violencia, y la película logra generar cierto grado de incomodidad. El uso de la cámara y el sonido contribuyen a crear una atmósfera opresiva, y las interpretaciones de los actores secundarios, especialmente de Catalina Sandino Moreno como la enfermera y manipuladora Laura, son convincentes. No obstante, la película es un ejercicio de reciclaje creativo, que no logra replicar la eficacia de las primeras entregas de la saga. En definitiva, es una oferta de terror más superficial y menos reflexiva, que probablemente decepcionará a los fans más acérrimos y generará más debate que entusiasmo.

Nota: 6/10