“Spirit, el corcel indomable” es, en su esencia, una fábula visualmente deslumbrante sobre la amistad, la conexión con la naturaleza y el destino. La película, dirigida por Robert Zemeckis con un enfoque en la captura de movimiento, ofrece una experiencia cinematográfica novedosa y, a veces, abrumadora, aunque no siempre consistentemente lograda. Zemeckis explora un tema universal: la lucha entre la libertad individual y las presiones de la sociedad, representada de forma efectiva por la relación entre Spirit y Little Creek, un joven lakota que busca un sentido en su vida y un propósito para su pueblo. La historia, aunque sencilla en su planteamiento, es sorprendentemente emotiva gracias a la construcción gradual de la conexión entre el corcel y el joven.
La dirección de Zemeckis se distingue por su meticulosidad en la recreación de la época y el paisaje. El Viejo Oeste se presenta con una riqueza de detalles, desde la vegetación exuberante de las llanuras hasta la atmósfera opresiva de las ciudades de la época. Sin embargo, la técnica de captura de movimiento, que es la base de la película, puede ser una arma de doble filo. En ocasiones, la expresividad de Spirit parece artificial, sus movimientos ligeramente robóticos, lo que dificulta la inmersión completa en su mundo. Cuando el personaje alcanza momentos de verdadera emoción, por ejemplo, en su lucha por salvar a su compañero, la captura de movimiento, aunque impresionante técnicamente, a veces resta autenticidad. La película se esfuerza por mantener un estilo de animación realista, pero se ve ligeramente comprometida en algunos planos por este esfuerzo constante.
Las actuaciones, aunque no son tradicionales, son convincentes. Robert Downey Jr. da vida a Spirit con una mezcla de nobleza, rebeldía y vulnerabilidad. Sus movimientos, incluso cuando ligeramente artificiales, transmiten la intensidad de un animal salvaje y su necesidad de libertad. Zachary Quinton, como Little Creek, ofrece una interpretación sutil pero poderosa, representando la búsqueda de un joven por encontrar su lugar en el mundo. La química entre los dos protagonistas es el corazón de la película y la base de su resonancia emocional. El resto del elenco secundario, interpretado principalmente a través de animaciones, cumplen con su cometido, aportando carácter y profundidad a la narrativa.
El guion, coescrito por Tim McVeigh y Art Wells, se centra en temas morales y filosóficos más que en el desarrollo de una trama compleja. La película se beneficia de la simbología inherente a la figura del corcel salvaje, representando la fuerza, la independencia y la conexión con el espíritu de la tierra. La historia aborda sutilmente temas como el racismo, la persecución y la importancia del respeto hacia la naturaleza y las culturas indígenas. No obstante, el guion a veces se siente un tanto plano, carente de giros inesperados o situaciones particularmente desafiantes para Spirit. A pesar de ello, el mensaje final, sobre la importancia de la bondad, la lealtad y la defensa de lo que es correcto, es impactante y perdurable.
Nota: 7/10