Star Trek: La película (1979)

“Star Trek: La película” es, en esencia, un ejercicio de nostalgia encomiable, pero que, lamentablemente, se queda a medio camino entre el deseo de honrar la franquicia y la necesidad imperiosa de ofrecer un espectáculo visual moderno. Lanzada en 1982, la película se presenta como un intento de llevar el espacio interestelar a las salas de cine de una forma tangible, y en este sentido, cumple con creces. La dirección de Nicholas Meyer logra un equilibrio tenso y claustrofóbico en las escenas exteriores de la nave Enterprise, contrastando perfectamente con el diseño de producción, impecable y repleto de detalles que evocan la estética de las series originales, pero con una calidad gráfica que era impensable en la época. Las imágenes de la nave, el cuerpo extraño y los efectos especiales (considerados avanzados para su momento) son hoy en día un poco burdos, pero visualmente impactantes y contribuyen a crear una atmósfera de peligro inminente.

El guion, sin embargo, es donde reside la mayor decepción. Aunque la trama, centrada en la amenaza inminente de colisión con la Tierra y la manipulación de una inteligencia artificial de origen humano, es intrigante, se desvela demasiado pronto y carece de la profundidad y la complejidad que caracterizaron las series. Las motivaciones de los personajes, especialmente las del Capitán Willard Decker, son diluidas en un melodrama familiar que, aunque emocionalmente resonante, no aporta riqueza narrativa. La relación entre Kirk y Decker, aunque diseñada para ser el corazón del conflicto, se siente forzada y poco convincente. La inteligencia artificial, conocido como “la voz”, es presentada como un villano unidimensional que, aunque aterrador en su primer contacto, pierde su impacto a medida que avanza la película.

Las actuaciones son sólidas, aunque dentro de los límites de lo que se esperaba de sus actores. William Shatner encarna la figura imponente y a veces arrogante del Almirante Kirk con su habitual energía, y Christopher Pike, como el capitán de la Enterprise, aporta una presencia serena y autoritaria. Una de las mayores fortalezas de la película reside en la interpretación de Leonard Nimoy como Spock, quien evoca la calma y la lógica que siempre lo han definido, aunque con un papel relativamente limitado debido a la trama centrada en Kirk. La química entre Shatner y Pike, aunque a veces un poco exagerada, es efectiva. No obstante, la historia no le da oportunidad a Nimoy para brillar en un papel que, en muchos sentidos, representaba una oportunidad única.

En definitiva, “Star Trek: La película” es un ejercicio de admiración y nostalgia que, a pesar de sus fallas, tiene un valor innegable para los fans de la franquicia. Es una película que se esfuerza por conectar con el pasado, pero que, al mismo tiempo, busca avanzar hacia un futuro que no está del todo definido. Es una película olvidable, sí, pero también reconfortante, que recuerda a una época en la que la ciencia ficción tenía un enfoque más optimista y un mayor respeto por la imaginación. Es un producto cinematográfico que, en última instancia, cumple su función de honrar la leyenda de Star Trek.

Nota: 6/10