Star Trek: Más allá (2016)

“Star Trek: Más allá” no es una secuela que reinvente la rueda, pero sí logra ofrecer una experiencia cinematográfica espacial sólida y estimulante, que se sitúa como una mejora notable respecto a algunas entregas anteriores de la franquicia. J.J. Abrams, que volvió a dirigir, ha logrado un equilibrio cuidadoso entre la nostalgia para los fans y la construcción de una narrativa fresca, aunque no particularmente innovadora.

La película, en su esencia, es una aventura espacial clásica, con la tripulación del USS Enterprise enfrentándose a una amenaza extraterrestre implacable. El antagonista, Krall, interpretado con una presencia amenazante por Chris Pine, se presenta como un villano convincente, con motivaciones claras y un diseño visual impactante. No es el mejor villano de la historia de Star Trek, pero su amenaza es palpable y funciona bien dentro del contexto de la película. Lo que sí marca una diferencia es la profundidad que le da Abrams a su retorcer las motivaciones del Krall, que no se limita a la mera conquista, sino que se basa en la supervivencia de su especie.

La dirección de Abrams destaca en la construcción de secuencias de acción espectaculares. Las batallas espaciales son vibrantes y llenas de efectos especiales impresionantes. La película maneja el ritmo de manera efectiva, equilibrando las escenas de acción con momentos de exploración y diálogo. Sin embargo, el guion, aunque competente, se siente a veces un poco predecible. Algunas subtramas y personajes secundarios se dejan de lado sin desarrollar completamente, lo que resta complejidad a la trama. El enfoque principal permanece en Kirk (Zachary Quinto) y Spock (Leonard Nimoy), cuya dinámica ha sido un pilar fundamental de la franquicia. Las actuaciones son sólidas en general, pero es difícil destacar un desempeño sobresaliente. Quinto y Nimoy mantienen la esencia de sus personajes, ofreciendo un rendimiento creíble y confortable, mientras que Chris Pine, en el papel de Kirk, parece un poco menos carismático que en entregas anteriores.

El uso del "tiempo" como mecanismo narrativo es una de las decisiones más interesantes de la película. La fragmentación de la trama en diferentes momentos temporales obliga al espectador a seguir dos líneas de tiempo simultáneamente, generando suspense y giros inesperados. Si bien la mecánica es compleja y requiere concentración, se integra bien en la narrativa y sirve para aumentar la tensión. La película regresa a un tono más serio y centrado en la exploración, alejándose ligeramente de la aventura más orientada al entretenimiento de otras entregas. “Star Trek: Más allá” es, por tanto, una secuela que honra el legado de la franquicia, ofreciendo una experiencia divertida y estimulante, pero sin alcanzar la gloria de las películas más memorables de Star Trek. Logra ser una película de Star Trek, y a veces, eso es suficiente.

Nota: 7/10