Star Trek VIII: Primer contacto (1996)

“Star Trek VIII: Primer Contacto” llega con la aparente carga de demostrar que la saga aún tiene cuerda para ofrecer algo más que nostalgia y cameos. Y, en cierto modo, logra hacerlo, aunque no sin una considerable dosis de decepción. La película se aferra a la premisa intrincada de alterar el pasado para evitar un futuro sombrío, y el concepto de un viaje en el tiempo que afecta directamente al nacimiento de la Federación y, por extensión, al primer contacto con los vulcanos, es lo que la diferencia de los entregas anteriores. Sin embargo, la ejecución, lamentablemente, no está a la altura de la ambición del guion.

Justin Peoples, como director, mantiene un estilo visual que recuerda a las películas clásicas, con escenarios grandiosos y efectos especiales que, si bien son aceptables, no se atreven a romper con lo convencional. La película se siente un poco anticuada en este sentido, careciendo de la audacia visual que podría haber elevado la experiencia. El ritmo es desigual, con momentos de intensa acción intercalados con conversaciones innecesariamente largas y contemplativas. A pesar de la importancia de la trama, la película se pierde en un laberinto de conceptos que, aunque interesantes en teoría, no se desarrollan con la suficiente profundidad, dejando al espectador con la sensación de que se le está presentando demasiada información de golpe.

La actuación, en general, es correcta. Benedict Cumberbatch, como la voz de la inteligencia artificial que guía al Capitán Pike, aporta un matiz elegante y un aire de misterio que funciona bastante bien. Chris Pine, como Kirk, está presente, pero se siente un tanto relegado al papel de observador, lo que no le permite brillar con la vitalidad que caracterizó a sus versiones anteriores. El elenco de apoyo, aunque competente, no logra dejar una impresión duradera. El conflicto entre las diferentes facciones, buscando preservar o alterar la historia, es tenso, pero su desarrollo se diluye en un mar de explicaciones complejas y, a menudo, poco claras.

La trama, sin embargo, es el punto más débil de la película. La idea de la manipulación del tiempo para evitar el primer contacto es original, pero la forma en que se implementa es confusa y, en ocasiones, contradictoria. Las motivaciones de los diferentes personajes no están del todo justificadas y las consecuencias de sus acciones se presentan de manera poco convincente. El villano, aunque amenazante en apariencia, carece de un trasfondo interesante y su plan, aunque ambicioso, se resuelve de forma abrupta y sin la resolución satisfactoria que se esperaría de una conclusión cinematográfica. Se siente como un preludio a algo que nunca llega a materializarse plenamente.

En definitiva, "Star Trek VIII: Primer Contacto" es una película decente, que ofrece un concepto interesante y un reparto competente, pero que no logra alcanzar su potencial. Es una adición olvidable a la saga, que podría haber sido mucho más impactante si hubiera sabido gestionar mejor su intrincada trama y darle una mayor coherencia narrativa. No es mala, pero tampoco es buena.

Nota: 5/10