State and Main (2000)

“State and Main” de Jim McKay es un ejercicio fascinante de paranoia y de la fragilidad de la realidad. La película, a pesar de empezar con un movimiento narrativo relativamente sencillo –un director de cine, Walt Price, buscando un escenario para su nueva película en una remota comunidad de Vermont– evoluciona rápidamente hacia una inquietante reflexión sobre la identidad, la memoria y la construcción de la verdad. McKay no busca el espectáculo grandilocuente del thriller, sino que se sumerge en la atmósfera opresiva de un pueblo que parece haberse aferrado a una versión distorsionada del pasado.

La dirección de McKay es, en su mayoría, impecable. Construye un ambiente denso y creíble a través de un uso magistral de la fotografía, con tonalidades grises y apagadas que reflejan la melancolía y la desconexión de la comunidad. La paleta de colores, en consonancia con la protagonista, nos recuerda constantemente que lo que percibimos puede ser una ilusión. La película se mueve con un ritmo pausado que, aunque a algunos podría resultar tedioso, es fundamental para crear la tensión constante. McKay se atreve a experimentar con la narrativa, empleando flashbacks fragmentados y una estructura no lineal que, aunque inicialmente desorientadora, se revela como una herramienta efectiva para explorar la mente fragmentada de Price.

El núcleo de la película reside en la actuación de Peter Krause, quien ofrece una interpretación sutil y aterradora como Walt Price. Krause no recauda su actuación, sino que la infunde de una vulnerabilidad inquietante. Price no es un villano caricaturesco, sino un hombre atormentado por la pérdida, que, en su intento de encontrar un pasado idílico, acaba desatando una serie de eventos perturbadores. Las interacciones entre Price y los habitantes del pueblo –interpretados con precisión por un elenco de actores locales– son especialmente convincentes, sugiriendo una compleja red de secretos y mentiras. Los personajes secundarios no son meros adornos; cada uno contribuye a la atmósfera de sospecha y la sensación de que nada es lo que parece.

Sin embargo, el guion, aunque intrincado y con un buen planteamiento inicial, se siente a veces algo predecible. La resolución, aunque satisfactoria en su ambigüedad, podría haber sido más impactante. La película se basa mucho en la sugerencia y la insinuación, dejando que la imaginación del espectador complete algunos detalles. Esto funciona en gran medida, pero también puede generar cierta frustración. La complejidad del pasado de Price, aunque bien explorada en los flashbacks, a veces parece demasiado elaborada y, en ocasiones, carece de la fuerza dramática que se podría haberle conferido. La película, a pesar de su capacidad para generar inquietud, podría haber profundizado en las implicaciones morales de sus acciones. En definitiva, “State and Main” es una experiencia cinematográfica provocadora que merece la pena ver, aunque no es una obra maestra innegable.

Nota: 7/10