Steel, un héroe de acero (1997)

“Steel, un héroe de acero” es una película que se erige como un ejemplo interesante de cómo las convenciones del cine post-apocalíptico pueden ser reinterpretadas con una sensibilidad peculiar. La propuesta no busca la grandilocuencia ni la espectacularidad barata, sino que se enfoca en la crudeza y la desesperación de una ciudad asolada por la violencia, donde la tecnología militar, en lugar de ofrecer seguridad, se convierte en el principal catalizador del caos. La dirección de Robert Dupliex es notablemente eficiente, logrando mantener un tono sombrío y realista, sin caer en el melodrama barato que a veces plagia este género. El uso de la luz y la sombra es particularmente efectivo para enfatizar la sensación de opresión y peligro constante. No se excede en efectos especiales, permitiendo que la acción se derive principalmente del ingenio de los personajes y la construcción de las armas.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Shaquille O’Neal, transformado en John Hery, aporta una capa de vulnerabilidad y determinación inesperada. Aunque su papel principal como diseñador de armas podría parecer unidimensional, el actor logra transmitir la angustia de un hombre consumido por la culpa y la necesidad de redención. Annabeth Gish, como la experta en electrónica, es el contrapunto perfecto para la personalidad reservada de Hery, aportando una vitalidad y un espíritu de lucha que contrastan con la desolación del entorno. Richard Roundtree, en el papel del trabajador del metal, complementa a la perfección la narrativa, interpretando a un hombre experimentado con un conocimiento práctico invaluable, un mentor silencioso pero esencial. Su presencia se siente como un ancla en la historia, un recordatorio de la importancia de la tradición y la habilidad manual.

El guion, aunque no sobresale por su originalidad, presenta un núcleo interesante. La trama se centra en la necesidad de improvisación y la utilización de recursos limitados, reflejando una crítica implícita sobre la dependencia de la tecnología. La construcción de las armas de acero, impulsada por la desesperación y el ingenio, se siente orgánica y convincente. El guion evita profundizar en los motivos del militar corrupto, optando por mostrar las consecuencias devastadoras de sus acciones. Sin embargo, esta falta de profundidad en la caracterización del antagonista resulta en un personaje menos memorable de lo que podría haber sido. El foco se mantiene firmemente en los protagonistas y sus esfuerzos por sobrevivir y ofrecer una mínima esperanza a los ciudadanos.

A pesar de algunas carencias en la caracterización del villano, "Steel, un héroe de acero" es una película recomendable para aquellos que buscan una narrativa de acción tensa y realista, con un fuerte componente de crítica social. Su atmósfera opresiva, las actuaciones honestas y la inteligente utilización de los recursos limitados la convierten en una película que deja una impresión duradera. No es una obra maestra, pero sí una propuesta cinematográfica que merece la pena ser vista por su particular enfoque del género.

Nota: 7/10