Stella (1990)

“Stella” es, en su esencia, una meditación sobre el sacrificio, la ambición y la carga invisible que pesa sobre las madres. La película, dirigida con una delicada intensidad por Brady Corcoran, no busca grandilocuencias ni efectos especiales; se concentra en explorar las profundidades de la relación entre una madre y su hija, una conexión visceral y a menudo destructiva. La historia nos presenta a Stella (Nicole Kidman), una ex-cantante de cabaret, ahora una mujer en declive, consumida por el deseo de que su hija, Rose (Florence Pugh), alcance el éxito que ella misma nunca consiguió. Este anhelo, y la desesperación por hacerlo, la lleva a tomar decisiones que erosionan su propia moralidad y, por extensión, la de Rose.

La dirección de Corcoran es notablemente sutil. Evita los clichés del melodrama, optando por una atmósfera opresiva y claustrofóbica que refleja el estado emocional de Stella. La fotografía, cálida y a veces desoladora, juega un papel crucial, utilizando el color y la luz para pintar el retrato de una mujer atrapada en una jaula dorada. Hay una palpable sensación de incomodidad, un desasosiego que acompaña a la espectadora desde el inicio. La película no se atreve a simplificar la moralidad, presentando a Stella como un personaje complejo, al que se le juzga, comprensiblemente, por sus actos, pero también se siente un cierto compasión por su profunda vulnerabilidad.

La actuación de Nicole Kidman es, sin duda, el punto central de la película. Ofrece una interpretación magistralmente contenida, transmitiendo una vasta gama de emociones a través de la mirada y las pequeñas acciones. No recurre a la grandilocuencia, sino que se sumerge en el personaje, mostrando su amargura, su obsesión y su desesperación con una autenticidad conmovedora. Florence Pugh, por su parte, también brilla como Rose, una joven ambiciosa y distante, atrapada en la sombra del pasado de su madre. La química entre ambas actrices es excepcional, generando un diálogo sutil pero cargado de matices. La tensión entre ambas, a menudo silenciosa, es la fuerza motriz de la narrativa.

El guion, escrito por Corcoran y Ryan Fogle, es relativamente conciso, pero eficaz en la construcción de su argumento. La historia avanza a través de flashbacks que revelan la trágica historia personal de Stella, la que explica su obsesión. La película se centra en el presente, en la dinámica familiar en curso, y en las consecuencias de las decisiones pasadas. A pesar de la brevedad, el guion logra mantener la atención del espectador gracias a la intensidad de la historia y la profundidad de los personajes. Hay un cierto parecido con otras obras que exploran dinámicas familiares disfuncionales, pero "Stella" logra destacar por su atmósfera única y sus personajes bien desarrollados. En resumen, la película es un estudio del daño, no solo físico, sino también emocional, que se puede heredar.

Nota: 8/10