“Step Up 3D” no es una revolución en el género del baile, ni mucho menos una obra maestra cinematográfica. Sin embargo, se justifica su existencia como una experiencia de entretenimiento visualmente estimulante y, en ciertos momentos, genuinamente inspiradora. La película, que decide expandir el universo de baile callejero a Nueva York en 3D, no intenta reinventar la rueda, sino que se aferra a la fórmula que ha funcionado en las entregas anteriores: un grupo de jóvenes con talento, una oportunidad para brillar y un reto que les obligará a superar sus límites. La premisa de globalización cultural, aunque predecible, proporciona un contexto interesante para la competencia final en un entorno que combina la energía del breakdance con la estética del metro neoyorquino, lo que resulta considerablemente atractivo.
La dirección de Chris Robinson, aunque competente, se limita en gran medida a seguir el patrón establecido. Utiliza eficazmente las posibilidades que ofrece el formato 3D, pero sin alcanzar un virtuosismo que realmente eleve la experiencia. Las secuencias de baile son dinámicas y visualmente impactantes, ofreciendo momentos de verdadera belleza coreográfica. No obstante, la cámara, por momentos, se siente un poco rígida y recurrente, falta de originalidad en la composición y de una exploración más profunda del espacio y la atmósfera. La película confía demasiado en la técnica, a veces a expensas de la narrativa.
Las actuaciones son un punto fuerte. Channing Tatum, como Luke, mantiene su carisma y su habilidad para el baile, aunque el guion no le ofrece muchos desafíos. Jesse James, como Natalie, demuestra una mayor madurez y un mayor control sobre el personaje, logrando conectar con el público a través de su pasión y su determinación. Sin embargo, el nuevo personaje, Moose, interpretado por Omarion, resulta algo plano y unidimensional. Su arco narrativo, aunque intencionado para ser conmovedor, carece de la profundidad necesaria para generar una verdadera empatía. La dinámica entre Luke y Natalie es sólida y la química entre los actores funciona bien, lo que contribuye a mantener el interés del espectador.
El guion, en general, es simple y directo. No profundiza en las motivaciones de los personajes ni en las complejidades de la escena que se representa. Se centra principalmente en la acción y en la competencia, a veces en detrimento del desarrollo de las relaciones y de la construcción de un mundo más rico y detallado. Las frases hechas y los clichés abundan, y la trama, aunque entretenida, no sorprende ni invita a la reflexión. La tensión dramática se mantiene durante la mayor parte del metraje, pero el clímax, aunque visualmente impactante, se siente un poco forzado y previsible.
A pesar de sus defectos, "Step Up 3D" es un espectáculo visualmente atractivo que ofrece una dosis de energía y entretenimiento. No es una película que dejará una huella imborrable, pero sí es una opción decente para una noche de cine familiar, especialmente si el público está interesado en ver bailarines talentosos en acción. Su principal atractivo reside en su capacidad para transportarnos a un mundo de ritmo y movimiento, aunque la historia que lo envuelve carece de sustancia.
Nota: 6/10