Stolen Summer (2002)

“Stolen Summer” es, sorprendentemente, una película que te rescata del marasmo de certezas y te devuelve una perspectiva agridulce sobre la fe, la familia y el choque de culturas. La película, ambientada en la bulliciosa Chicago de 1972, presenta una premisa que podría haber resultado banal, pero gracias a una dirección acertada de Mike Flannagan y un guion inteligente, se convierte en una historia resonante y con un fuerte componente emocional. La película no intenta sermonear, sino que, a través de los ojos de Pete (interpretado de manera magistral por Adiel Stein), nos invita a cuestionar nuestras propias convicciones y a comprender la complejidad de la aceptación.

La dirección de Flanagan se distingue por una atmósfera visual que evoca de manera efectiva la nostalgia de la época. Se respira el espíritu de los años 70, con sus colores vibrantes, la música soul que inunda las escenas y una sensación de optimismo que, inevitablemente, se ve empañada por la creciente tensión narrativa. La película no se siente como una simple comedia ligera, sino que equilibra a la perfección la comedia con momentos de reflexión profunda. La banda sonora, compuesta por David Newman, juega un papel crucial en la construcción del tono, realzando tanto las escenas más cómicas como las de mayor emotividad.

Las actuaciones son, en su conjunto, sólidas. Adiel Stein, como Pete, ofrece una interpretación particularmente conmovedora, transmitiendo con una sinceridad admirable la confusión y el fervor de un niño que se ve obligado a confrontar sus propias creencias. Aidan Quinn, como el padre de Pete, aporta un matiz de ternura y vulnerabilidad a su personaje, mostrando un hombre que lucha por proteger a su hijo mientras se debate entre sus propios valores y su deseo de mantener una relación armoniosa con su hijo. Mike Weinberg, en el papel del niño judío, aporta un toque de autenticidad y una genuina sensación de inocencia.

Sin embargo, la película no es perfecta. Algunos diálogos, aunque bien escritos, podrían haber sido aún más sutiles y menos expositivos. La trama, a pesar de sus giros inesperados, a veces carece de la profundidad que podría haberle otorgado un desarrollo más exhaustivo de los personajes secundarios. Aun así, “Stolen Summer” es una comedia-drama que te hace reflexionar sobre la importancia de la tolerancia, la aceptación y la búsqueda de la redención. Es una película que te provoca la sonrisa y, al mismo tiempo, te invita a replantearte tus propios valores y a considerar la riqueza de la diversidad humana. No se trata de convertir a nadie, sino de comprender que la verdadera fe reside en el respeto y la empatía hacia los demás.

Nota: 8/10