“Stomp the Yard: Ritmo salvaje” no es una obra maestra cinematográfica, ni pretende serlo. Sin embargo, es un espectáculo visualmente estimulante que, a su manera, consigue transmitir la energía vibrante y la pasión por el stepping, este complejo baile afroamericano que emerge del entorno de las fraternidades universitarias. La película, que a menudo se le ha tildado de película de baile adolescente, ofrece algo más que un simple espectáculo; explora, aunque de forma superficial, temas de pertenencia, identidad y la búsqueda de la propia voz.
La dirección de Ronald William Allen es competente, aunque a veces se ve predecible. La película se enfoca principalmente en las coreografías, y el ritmo frenético del stepping es, sin duda, su principal atractivo. Las secuencias de baile son minuciosamente coreografiadas y ejecutadas con una habilidad impresionante. Sin embargo, la dirección, en ocasiones, cae en clichés y en una repetición de la misma tensión narrativa, que se centra casi exclusivamente en la rivalidad entre dos fraternidades, Kappa Phi Lambda (KPL) y Phi Kappa Tau (PKT). La película podría haber profundizado más en las dinámicas internas de cada fraternidad, ofreciendo un retrato más complejo de sus miembros y sus motivaciones.
La película cuenta con un elenco que, en general, cumple con las expectativas. Mekhi Lewis, como DJ, transmite la vulnerabilidad y el potencial del protagonista, aunque su arco narrativo se siente un poco simplificado. La interpretación de Chanel Taylor como Briana, la rival de DJ, es convincente, y ambos generan una química interesante. Sin embargo, el resto del reparto se siente algo desaprovechado, y algunos personajes, como el hermano mayor de DJ, se reducen a arquetipos estereotipados. El desarrollo de los personajes secundarios es, en general, poco conseguido.
El guion es, quizás, el aspecto más débil de la película. La trama se mantiene relativamente simple, centrándose en la competencia entre fraternidades y la lucha interna de DJ por encontrar su lugar. Se intenta introducir elementos de drama personal, como el acoso escolar y las tensiones familiares, pero estos se integran de forma superficial y no logran añadir profundidad a la historia. Los diálogos, en su mayoría, son poco inspirados y, a menudo, redundantes. La banda sonora, aunque efectiva para crear la atmósfera adecuada, también se ve en ocasiones sobreutilizada. La película, al buscar ser un homenaje al stepping, a veces se pierde en un exceso de espectaculares coreografías, dejando poco espacio para la construcción de una narrativa sólida.
A pesar de sus fallos, "Stomp the Yard: Ritmo salvaje" logra mantener el interés del espectador gracias a la energía contagiosa del dancing y a la estética visualmente impactante. Es una película para disfrutar si se busca entretenimiento ligero y un buen espectáculo de baile. No es una obra maestra, pero puede ser un punto de partida para conocer este fascinante baile afroamericano.
Nota: 6/10
