Straight Up (2020)

“Straight Up” es una película que, en el fondo, es un espejo retorcido sobre la angustia existencial de la juventud y la incomodidad que conlleva la búsqueda de la identidad, especialmente cuando esa identidad se define por la sexualidad. Dirigida por Jim McKay, la película no intenta ser un manifiesto radicalmente innovador, sino que se basa en la observación y la sutil disección de las relaciones humanas, creando un retrato palpable de la inseguridad y la soledad. McKay logra un estilo visual que se adhiere a la historia, evitando la grandilocuencia y enfocándose en la banalidad de la vida cotidiana de Todd, el protagonista.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Daniel Mahler entrega una interpretación absolutamente convincente como Todd, un personaje que oscila constantemente entre la vulnerabilidad y la autocompasión. Mahler captura la energía frenética de Todd de forma excelente, mostrando su ansiedad interna a través de gestos exagerados y un diálogo a menudo absurdo. Sin embargo, la película podría haber profundizado más en las motivaciones de Todd, dejando que la audiencia comprenda mejor la raíz de su angustia. Rory, interpretada por Kate Hudson, aporta una dosis de cinismo y resistencia a la historia, aunque el personaje, en general, carece de profundidad. Hudson se muestra a ratos excesivamente sarcástica, un rasgo que, aunque plausible, a veces obstaculiza la conexión emocional con la audiencia.

El guion, escrito por McKay y David Kushner, es quizás el elemento más controvertido de la película. Si bien la premisa de un joven gay que cuestiona su sexualidad es intrigante, la ejecución resulta a veces desequilibrada. La película se adentra en una serie de conversaciones incómodas y, a veces, ridículas, que, aunque buscan ser honestas, terminan siendo un tanto agotadoras. El humor, a menudo presente, no siempre logra conectar con el espectador y, en algunos momentos, se siente forzado. La exploración del tema de la identidad sexual no es superficial, pero tampoco se aventuriza a ofrecer una visión particularmente innovadora o desafiante. Se centra en la incomodidad y la auto-duda, pero no siempre logra transmitir el peso emocional de esas experiencias.

A pesar de sus fallos, “Straight Up” posee una honestidad refrescante. La película no se engalana ni intenta ser algo que no es, y ese es su mayor mérito. Es una película que, aunque imperfecta, ofrece un vistazo a las complejidades de la identidad y la búsqueda del amor en la era digital. Su valor reside en su capacidad de generar empatía hacia los personajes y, quizás, en provocar una reflexión sobre las presiones sociales y las expectativas que enfrentamos al intentar encontrar nuestro lugar en el mundo. No es una película que dejará una huella imborrable en la historia del cine, pero sí es una experiencia cinematográfica digna de ser vista, especialmente por su representación de las dudas y la vulnerabilidad propias de la juventud.

Nota: 6/10