Street Fighter: La última batalla (1994)

“Street Fighter: La última batalla” no es solo una película de acción, sino una reafirmación de la nostalgia y una, sobre todo, una invitación a redescubrir el universo de los videojuegos que marcó a una generación. La película, dirigida por Chad Stahelski, conocido por su trabajo con John Wick, se distancia, con cierta astucia, de la sobrecarga de efectos visuales y la narrativa compleja que a menudo plagaron las adaptaciones previas. En cambio, se centra en la coreografía de lucha, el combate brutal y estilizado, y una sensación general de caos controlado que, para mi gusto, es su mayor fortaleza.

La historia, aunque sencilla, funciona sorprendentemente bien. La trama, centrada en la cautiva de un grupo diverso de personas por parte del implacable M. Bison, y la posterior misión de rescate liderada por el Coronel Guile, no es innovadora, pero se sirve con una ejecución que respeta el espíritu del juego original. El guion se apoya en la premisa de un rescate encarecido, un toque que añade una capa de tensión a la narrativa. El ritmo es generalmente ágil, sacando partido al combate constante y evitando prolongadas escenas de diálogo que no aporten valor. Sin embargo, la falta de desarrollo de los personajes secundarios, además de algunos diálogos forzados, resulta un punto débil significativo.

El apartado visual es, sin duda, uno de los aspectos más destacados. Las peleas son absolutamente impresionantes, una sinfonía de golpes, patadas y movimientos coreografiados con una precisión asombrosa. La implementación de los diferentes personajes, cada uno con su estilo de lucha único y sus habilidades especiales basadas en el juego, es notable. La película no se limita a copiar los movimientos de los personajes del juego, sino que los amplifica y los adapta al lenguaje de la acción cinematográfica. Los efectos especiales, aunque no buscan ser revolucionarios, son eficaces y se integran perfectamente con el estilo visual general, creando una experiencia de combate visceral y emocionante.

Las actuaciones son funcionales, pero no sobresalientes. Chris Hemsworth como M. Bison ofrece una interpretación caricaturesca pero convincente de un villano megalómano y lleno de recursos. Gina Carano como Guile, aporta una presencia imponente y la energía necesaria para el rol. La película aprovecha al máximo su elenco de actores, dando protagonismo a cada uno de los luchadores. No obstante, la falta de profundidad emocional en los personajes limita la capacidad de conectar con ellos a un nivel más personal.

En definitiva, “Street Fighter: La última batalla” es una película de acción pulida y entretenida. Si bien no es una obra maestra cinematográfica, ofrece una experiencia de combate gratificante para los fans del juego original y para aquellos que disfrutan de secuencias de lucha bien coreografiadas. Es una apuesta segura para pasar un buen rato, aunque su simplicidad narrativa y la escasa profundidad de los personajes la mantienen a un nivel modesto.

Nota: 6.5/10