Strul (1988)

“Strul” no es una película que te deje con una sensación de paz después de salir del cine. Es, en cambio, un frenesí de acción, intriga y personajes moralmente ambiguos que, a mi juicio, logra ser bastante efectivo en su inquietante propósito. La dirección de Dan Golding, aunque no sea particularmente innovadora en términos de recursos visuales, se beneficia de una planificación meticulosa y de una atmósfera opresiva que se construye progresivamente a medida que la trama se complica.

La película se centra en Conny, interpretado con una intensidad convincente por Björn Skifs, un hombre de ciencia, aparentemente ordinario, que se ve brutalmente sacudido por una acusación infundada. La película se vale de la dualidad del personaje para generar empatía en el espectador. Inicialmente, nos vemos con él, viendo su indignación y su desesperación ante una injusticia que amenaza con destruir su vida. Sin embargo, a medida que se adentra en un submundo criminal, se nos muestra que la línea entre víctima y victimario es sorprendentemente difusa. Es una estrategia narrativa inteligente que evita simplismos y obliga al público a cuestionar sus propias impresiones. El resto del reparto, incluyendo a Johan Ulveson y Magnus Nilsson, contribuyen con actuaciones sólidas que definen el tono oscuro y realista de la película.

El guion, en gran medida, se centra en la tensión y en la sensación constante de peligro. No hay explosiones hollywoodienses ni persecuciones a gran escala, sino una serie de situaciones claustrofóbicas y de enfrentamientos verbales cargados de significado. La trama, aunque a veces se siente algo predecible, mantiene un ritmo vertiginoso que evita cualquier respiro. La película explora temas como la corrupción, la manipulación y la fragilidad de la justicia, ofreciendo una mirada cruda y sin adornos a la sociedad carcelaria sueca. Sin embargo, una de las debilidades reside quizás en el desarrollo de personajes secundarios, que a veces parecen existenciales más como herramientas narrativas que como individuos completamente definidos.

La relación entre Conny y la teniente Susanne (interpretada con una presencia firme por Stefan Sauk) es, sin duda, uno de los pilares de la película. Su alianza improbable, forjada en la necesidad mutua de sobrevivir, añade una capa de complejidad moral y a menudo genera momentos de genuina tensión. No es una simple dinámica "bueno contra malo", sino una danza de supervivencia en un mundo donde las reglas son diferentes y la confianza es un lujo que pocos pueden permitirse. La película no rehúye los momentos difíciles, mostrando las consecuencias emocionales del estrés y la traición. No busca ofrecer soluciones fáciles ni respuestas definitivas; más bien, se concentra en el impacto de la situación en los personajes.

En definitiva, "Strul" es una película de suspense bien construida, con un ritmo efectivo y un reparto talentoso. Si bien la dirección no destaca particularmente, la historia, con sus giros inesperados y su atmósfera sombría, consigue mantener al espectador enganchado hasta el final. No es una obra maestra, pero sí un thriller sólido y recomendable para aquellos que buscan una película de intriga que no se ande con rodeos.

Nota: 7/10