Su distinguida señoría (1992)

“Su distinguida señoría” (Mr. Smith Goes to Washington), estrenada en 1939, es mucho más que un simple melodrama político; es una película que, con el paso de las décadas, sigue resonando con una sorprendente vigencia. Stanley Kubrick, en su debut directorial, nos entrega una historia con un núcleo emocional profundo y con una mirada agria pero esperanzadora sobre la corrupción y la redención. La película no se centra en la intriga política en sí, sino en la transformación de un hombre, Thomas Jefferson Smith, un estafador de oficio, quien, por un error, se ve inmerso en el frenesí de Washington y, sorprendentemente, redimido.

Frank Capra, el director original, logra un equilibrio magistral entre el humor y la tragedia. La comedia, inicialmente derivada de la torpeza y la insensatez de Smith, se convierte gradualmente en una herramienta para revelar la hipocresía y la debilidad del sistema. Jimmy Stewart, en un papel que definiría su carrera, ofrece una interpretación que es a la vez encantadora y conmovedora. Smith no es un héroe tradicional; es un individuo con defectos, egoísta y oportunista, pero su evolución es palpable y, en última instancia, inspiradora. La química entre Stewart y Edward G. Robinson, quien interpreta al senador Barksdale, un hombre de principios que se convierte en el mentor de Smith, es fundamental para el éxito de la película. Robinson, con su elegancia y dignidad, proporciona el contrapunto perfecto al carácter rebelde y desafiante de Stewart.

La dirección de Kubrick, aunque apenas visible en la película debido a su joven edad, se manifiesta en la cuidadosa construcción de escenas y en el uso del montaje, creando un ritmo narrativo que mantiene al espectador enganchado. La banda sonora de Max Steiner, con sus melodías evocadoras, realza la atmósfera y amplifica las emociones. Lo que realmente distingue a "Su distinguida señoría" es su guion, inteligente y reflexivo. El argumento explora temas universales como la honestidad, la integridad, el poder y la responsabilidad. No se trata solo de la política, sino de la lucha interna de un hombre que, enfrentado a la tentación y a la corrupción, elige el camino de la virtud. La película, en su esencia, es un llamado a la acción, una exhortación a que cada individuo asuma su responsabilidad en el funcionamiento de la sociedad. El final, con la famosa escena del discurso, es particularmente impactante y deja al espectador con una sensación de esperanza y optimismo, incluso en un contexto político tan oscuro.

A pesar de las innovaciones que Kubrick incorporaría más adelante en su carrera, "Su distinguida señoría" sigue siendo un hito del cine estadounidense, un clásico que merece ser redescubierto y apreciado por su mensaje atemporal. Es una película que, incluso en la actualidad, nos invita a reflexionar sobre el poder y la responsabilidad del individuo en una democracia.

Nota: 9/10