Su excelencia la criada (1987)

“Su excelencia la criada” (Servant Girl Susie, en su título original) es un drama familiar de principios del siglo XX que, a primera vista, podría parecer un relato encantador sobre una hada madrina y una joven que aprende la humildad. Sin embargo, la película de Josefina de La Torre se revela como una obra sorprendentemente compleja y a menudo incómoda, una mirada agridulce a las rígidas normas sociales de la época y el dolor de las consecuencias de la negligencia. La historia de Jessie Montgomery, una joven impulsiva y mimada, es un espejo que refleja las frustraciones de su padre, Charles, un hombre rico y poderoso que lucha por encontrar una manera de controlar la vida de su hija.

La dirección de de La Torre es firme y precisa. Evita caer en la sentimentalidad excesiva, optando por una fotografía en blanco y negro que imita el estilo de las películas de la época, pero que a la vez le otorga un aura de melancolía y reflexión. La película se siente densa en imágenes, permitiendo al espectador absorber la atmósfera opresiva de las normas sociales de la época, donde la posición social dictaba la vida de las mujeres. Hay una elegancia intencionada en la forma en que se manejan los espacios, los objetos y las interacciones, logrando crear una narrativa visualmente rica y evocadora.

El peso del guion recae principalmente sobre la actuación de Carolina Miranda, quien asume el papel de Jessie Montgomery con una convicción palpable. Miranda no simplifica a la joven, sino que la presenta como una criatura humana, llena de contradicciones y con un profundo anhelo de ser amada y valorada. Su evolución, a medida que se ve obligada a enfrentarse a la dura realidad del trabajo y la desigualdad social, es el núcleo de la película. La interpretación de Samuel Hunt como Charles es, a veces, un poco simplista, pero su desesperación y confusión tras el castigo de su hija son comprensibles y generan cierta empatía. No obstante, es la mirada de Miranda, su incapacidad para expresar su dolor de manera convencional, lo que otorga mayor profundidad al personaje.

Sin embargo, la película no escapa a ciertos elementos que, si bien contribuyen a la ambientación, podrían sentirse un poco forzados en la actualidad. El choque entre la riqueza y la pobreza se muestra de manera bastante obvia, aunque el retrato de la opresión femenina no se explora en todas sus dimensiones. La historia, en su esencia, es una advertencia sobre las consecuencias de la falta de cuidado y el privilegio, pero a veces se siente como si se estuviera dando una lección más que un drama profundo. Aun así, la película logra mantener un ritmo pausado que permite al espectador reflexionar sobre las implicaciones del castigo y la búsqueda de redención. Es una obra que nos invita a cuestionar los valores y las normas de nuestra propia sociedad, recordándonos que la verdadera excelencia reside en la compasión y la empatía.

Nota: 7/10