Suamiku, Encik Perfect 10! (2015)

“Suamiku, Encik Perfect 10!” es una comedia romántica que, a primera vista, podría parecer una de tantas de este subgénero saturado del cine. Sin embargo, la dirección de Norman Abdul Rahman y la química entre sus actores principales le confieren una frescura y un encanto que la elevan por encima de lo convencional. La película no se conforma con clichés, sino que abraza el absurdo con una naturalidad casi contagiosa, ofreciendo un entretenimiento ligero y, a la vez, reflexivo.

La historia de Aleeya es lo suficientemente interesante como para enganchar al espectador. Su caída en desgracia, un reflejo de la inestabilidad emocional y las presiones sociales que enfrentan los jóvenes malayos, es un punto de partida sólido. La idea de una “falsa esposa” por una semana, impulsada por la necesidad de aparentar y salvar las apariencias, es un mecanismo narrativo que funciona excepcionalmente bien. La dinámica entre Aleeya y Zariel, interpretados por Syazwan Zulkifly y Lisa Surihani, es el corazón palpitante de la película. Su relación no es instantánea ni idealizada; evoluciona a medida que se enfrentan a situaciones embarazosas y desafiantes, mostrando una vulnerabilidad y una comedia física bastante efectiva.

Pero la película no se queda en la química entre los protagonistas. Aaron Aziz aporta una energía desbordante como el padre de Aleeya, un personaje con un gran corazón pero con una visión del mundo a menudo inflexible. Su presencia es constante, generando momentos cómicos genuinos y mostrando la complejidad de las relaciones familiares. La dirección de Rahman consigue equilibrar las escenas más ligeras con momentos de reflexión, explorando temas como la presión familiar, las expectativas sociales y la búsqueda de la propia identidad. La paleta de colores vibrante y la música, con elementos de pop local y baladas, también contribuyen a crear una atmósfera acogedora y entretenida.

Si bien la trama es predecible en algunos puntos y el ritmo podría ser ligeramente más dinámico en ciertos momentos, la película se beneficia de una escritura inteligente que se centra en el diálogo y en las reacciones de los personajes ante las situaciones inesperadas. La película no intenta ser profunda ni innovadora, y lo cierto es que se disfruta más por la diversión que ofrece. La influencia de Normah Damanhuri, como productora, se siente en la cuidada estética y en la atención al detalle, aunque su presencia como actriz es discreta.

Nota: 7/10