Submarine (2011)

“Submarine” (2010) no es una comedia adolescente cualquiera. Es una obra maestra de la incomodidad, un retrato sorprendentemente honesto y a veces agridulce de la adolescencia, la incomunicación familiar y el peso de las expectativas. La película, dirigida con maestría por Richard Ayoade, logra crear una atmósfera única y claustrofóbica que atrapa al espectador desde el principio y no lo suelta hasta el final. Lo que inicialmente podría parecer un relato ligero sobre el primer amor y la inexperiencia juvenil, se convierte en una reflexión profunda sobre la soledad y la dificultad de conectar verdaderamente con los demás.

La dirección de Ayoade es excepcional. Su estilo visual, meticuloso y saturado de color, recuerda a la estética del futurismo y el pop art, un guiño constante a la estética visual de la película “Brazil” de Terry Gilliam. Esta elección estilística no es simplemente decorativa; refuerza la sensación de aislamiento y desorientación que experimenta Oliver. La película juega con la cámara, utilizando planos cerrados para enfatizar la introspección del protagonista y movimientos de cámara lentos y deliberados para construir la tensión. El uso del sonido, particularmente la música, es fundamental para el éxito de la película, creando un ambiente de constante nerviosismo y anticipación.

Craig Roberts ofrece una actuación absolutamente magistral como Oliver Tate. Roberts logra transmitir la angustia y la inmadurez del personaje con una vulnerabilidad conmovedora. Su interpretación no se limita a la comedia; se abre a momentos de profunda tristeza y desesperación, mostrando la carga emocional que Oliver lleva consigo. La química entre Roberts y Jenna Coleman, que interpreta a Jordana, es palpable y natural, reflejando la torpeza y la inocencia de su atracción. Coleman también brilla con fuerza, mostrando una gran complejidad emocional y una capacidad de improvisación impresionante.

El guion, adaptado de la novela de Simon Betterley, es inteligente y sorprendentemente agudo. Evita los clichés típicos del género, optando por una exploración más sutil y realista de las relaciones familiares. Las conversaciones entre los personajes son llenas de sarcasmo, ironía y una inquietante falta de comunicación. La película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices; simplemente muestra las consecuencias de la falta de comprensión y las dificultades de superar las propias limitaciones. La trama secundaria, con la presencia de un padre excesivamente protector y un vecino excéntrico, añade capas de complejidad al personaje de Oliver y al mundo en el que vive.

En definitiva, “Submarine” es una película que requiere una visión abierta y dispuesta a confrontar las imperfecciones de la vida. No es un entretenimiento ligero, pero es una experiencia cinematográfica memorable, provocadora y, en última instancia, profundamente humana. Es una película que te hará pensar, te hará sonreír y, posiblemente, te hará reflexionar sobre tus propias relaciones y tus propias limitaciones.

Nota: 8.5/10