Suburbia (1997)

“Suburbia” no es una película que te deje con una sensación de aplauso inmediato, sino que se instala en tu mente como una mosca persistente, regresando una y otra vez para cuestionar las apariencias y las falsas promesas del sueño americano. La dirección de Corin Fowler es precisa y, a menudo, letalmente sutil, logrando crear una atmósfera de claustrofobia y resentimiento latente que permea cada escena. Fowler no recurre a sustos fáciles ni a jumpscares, sino que construye un horror psicológico que se revela gradualmente, como una enfermedad silenciosa que corroe las bases de la comunidad. Su enfoque en la fotografía, con tonos apagados y escenas nocturnas cargadas de niebla, es impecable y contribuye significativamente a la opresión y la sensación de que algo está terriblemente mal.

El núcleo de la película reside en el regreso de Lila (Sydney Sweeney), una joven y ambiciosa estrella del rock, a su pequeña ciudad natal. Su presencia, y más concretamente la fama que ostenta, actúa como catalizador de un torbellino de celos, frustraciones y secretos. Sweeney, con una actuación notablemente contenida y reservada, transmite la incomodidad y la desorientación de Lila, quien se ve repentinamente fuera de lugar y objeto de envidia por parte de sus antiguos compañeros. La película explora con maestría el contraste entre el éxito superficial y la realidad cruda de las relaciones personales, y cómo la fama puede exacerbar las inseguridades y los resentimientos ocultos.

El guion, adaptado de la novela homónima de Darcy Frey, es complejo y, a veces, difícil de seguir. No se centra en una única narrativa, sino que presenta un mosaico de historias interconectadas, cada una de las cuales revela una faceta diferente del pueblo. Esta multiplicidad de perspectivas, aunque puede resultar confusa al principio, es fundamental para entender la profundidad del problema subyacente. La película no ofrece respuestas fáciles ni juicios definitivos; simplemente presenta una situación incómoda y permite al espectador extraer sus propias conclusiones. Sin embargo, la construcción de los personajes secundarios es un punto fuerte. Cada habitante del pueblo, desde el padre de Lila hasta sus compañeros de escuela, se siente real y su motivación, aunque oscura, es comprensible.

Una de las mayores virtudes de "Suburbia" es su lentitud deliberada. La película no se apresura a revelar sus secretos; en cambio, permite que la tensión se acumule gradualmente. Esto crea una sensación de inquietud constante y de que algo terrible está a punto de suceder. La película es una reflexión sobre las heridas del pasado, la hipocresía de las comunidades pequeñas y la naturaleza destructiva de la envidia. Si bien el final, aunque impactante, podría considerarse algo abrupto, en general, "Suburbia" es una película perturbadora, inteligente y que deja una huella duradera. Es una obra que te invita a cuestionar las apariencias y a examinar los rincones más oscuros de la condición humana.

Nota: 7/10