Sucedió un sábado (1974)

“Sucedió un sábado” (1958) es un ejemplo perfecto de la elegancia y el ingenio del cine negro clásico estadounidense, una joya que, curiosamente, no recibe tanta atención como merece. Esta comedia de acción criminal, dirigida por Stanley Kramer, transita con notable habilidad entre la tensión de un thriller y la ligereza de la comedia, ofreciendo una experiencia cinematográfica cautivadora y refrescante en un género a menudo asociado a la melancolía. Kramer, conocido por su trabajo en dramas sociales, demuestra aquí su versatilidad para construir un ritmo vertiginoso y mantener la tensión, incluso en las situaciones más absurdas.

La película se centra en Steve Corney (Richard Burton), un ejecutivo de seguros de Nueva York que, en un aparentemente inocente sábado, se encuentra en el ojo de la tormenta gracias a un robo audaz en un club nocturno clandestino, el Madame Zenobia. La trama, aunque sencilla en su concepto, se ve magnificada por la puesta en escena meticulosa y la dirección precisa de Kramer. La ambientación, con sus luces bajas, sus bailarinas provocadoras y su atmósfera de peligro inminente, es absolutamente convincente, sumergiendo al espectador en el mundo turbio del crimen organizado de la época. Kramer evita caer en la glorificación de la violencia, mostrando con sutileza el impacto del delito en las víctimas y en la psique de los protagonistas.

Richard Burton, en un papel que mejor aprovecha su carisma y su capacidad para interpretar personajes con un toque de picardía, ofrece una actuación destacada como Steve Corney. Su evolución, desde un hombre aparentemente mundano hasta un audaz buscador de justicia, es creíble y entretenida. Su química con Robert Mitchum, quien interpreta al compañero de Steve, Wardell, es fundamental para el éxito de la película. Mitchum aporta a la historia un aire de melancolía y un humor seco que complementan a la perfección el de Burton. Ambos actores logran crear una dinámica convincente y divertida, fundamentada en la amistad y en la necesidad de superar juntos los obstáculos.

Si bien el guion, escrito por Stanley Kramer y Adrian Joseph, está bien construido y presenta un ritmo ágil, podría haber beneficiado de una mayor profundidad en el desarrollo de los personajes secundarios. Algunos de los detalles del mundo criminal son un tanto simplificados, pero esto no resta valor a la historia en sí. La banda sonora, compuesta por Bernard Herrmann, es particularmente efectiva, creando una atmósfera de suspenso y subrayando las emociones de los personajes. La banda sonora de Herrmann se ha convertido en un clásico en sí misma, y su uso en “Sucedió un sábado” es memorable.

En definitiva, “Sucedió un sábado” es una película que merece ser redescubierta. Es un ejemplo brillante del género negro que combina la acción, el humor y el drama con maestría. Una historia llena de ingenio y rebosante de energía, que ofrece un entretenimiento inteligente y visualmente atractivo. Es una joya cinematográfica que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 8/10