“Sue, perdida en Manhattan” es una película que te atrapa inicialmente con su atmósfera melancólica y su premisa familiar, pero que, lamentablemente, no logra consolidarse en una experiencia cinematográfica realmente satisfactoria. Dirigida por Maryna Gordon, la película explora el aislamiento, la crisis personal y la búsqueda de identidad en la inmensidad de Nueva York, temas que, a pesar de ser relevantes, se ven a veces sofocados por una ejecución que carece de frescura.
Anna Thomson ofrece una interpretación convincente como Sue, la protagonista, transmitiendo con maestría la desesperación y la vulnerabilidad de una mujer que se siente hundida en una espiral de problemas. Su actuación, sin embargo, se ve a veces obstaculizada por una caracterización que, a pesar de ser realista, tiende a ser un poco pasiva. Sue no se rebela con la intensidad que se podría esperar de una mujer que se encuentra en esa situación. La película, en general, podría haber beneficiado de un mayor dinamismo en el personaje principal, que se limita a contemplar su miseria en lugar de tomar medidas o buscar soluciones.
Matthew Powers, quien interpreta a Ben, el joven periodista, aporta un contrapunto interesante a la soledad de Sue. Su presencia, inicialmente, parece prometedora, ofreciendo una oportunidad para explorar temas de conexión y esperanza. No obstante, la relación entre ambos se construye con cierta lentitud, perdiendo parte de su impacto emocional. El guion, por tanto, no logra aprovechar al máximo la química entre los dos personajes y, en ocasiones, recurre a clichés románticos que, para entonces, ya no generan el mismo impacto.
La dirección de Gordon es visualmente agradable, con una cuidadosa selección de planos que capturan la grandeza y el anonimato de Manhattan. La música, sutil y evocadora, complementa la atmósfera melancólica, pero también contribuye a la sensación de frialdad que impregna la película. No obstante, el ritmo es deliberadamente lento, lo que puede resultar tedioso para algunos espectadores. La película se centra mucho en el estado emocional de Sue, descuidando, en algunos momentos, la construcción de una trama sólida. La narrativa se pierde en la introspección, sin ofrecer los giros ni los momentos de sorpresa necesarios para mantener al espectador enganchado.
En definitiva, “Sue, perdida en Manhattan” es una película con potencial, pero que no alcanza a cumplirlo. Ofrece algunos momentos de belleza visual y actuaciones sólidas, pero se ve afectada por un guion predecible, un ritmo lento y una falta de audacia. Es una comedia dramática que, quizás, se esperara un poco más de riesgo y originalidad.
Nota: 6/10