“Summer of Soul (…Eventually)” de Questlove es mucho más que una simple cinta documental sobre un concierto. Es un viaje sensorial y emocional, un documento de un momento crucial en la historia del movimiento por los derechos civiles y una oda a la vitalidad y la resistencia de la comunidad afroamericana. La película, ambientada en 1969 durante el legendario Harlem Cultural Festival, no se conforma con mostrar la música; se sumerge en la atmósfera de la época, la energía palpable del público y las historias de vida que se entretejen entre los artistas y el espectador. Questlove, como director y músico, no busca simplemente recrear el evento; lo reconstruye con un cuidado meticuloso, utilizando imágenes de archivo poco conocidas, animaciones sorprendentes y la propia música de los artistas que participaron.
Lo que diferencia a "Summer of Soul" de otros documentales musicales es su profundo enfoque en el contexto social y político. La película se erige como un hito en la promoción del ‘black pride’ y la unidad racial, un mensaje crucial en un periodo de intensa agitación social y segregación. El festival no solo ofrecía entretenimiento; era un espacio donde la comunidad afroamericana podía celebrar su cultura, orgullo y potencial. La banda sonora, una mezcla ecléctica de soul, funk y gospel, es, evidentemente, el corazón de la película y no solo sirve para acompañar las imágenes, sino que también actúa como una herramienta narrativa, evocando sentimientos de alegría, esperanza y empoderamiento. La elección de piezas musicales, desde Sly and the Family Stone hasta Mahalia Jackson, está cuidadosamente seleccionada y refuerza la riqueza y diversidad del sonido afroamericano de la época.
Las actuaciones son, en su mayoría, impresionantes. Aunque el material original está en gran medida en cinta y, por ende, con una calidad de audio limitada, el trabajo de restauración de Questlove es admirable. La energía de James Brown, con su icónica actuación, es asombrosa. Pero más allá de la presencia de estrellas, la película se centra en la conexión entre la música y el público. La cámara captura las caras de la gente que disfruta de la música, sus risas, sus bailes, su participación. Ese grado de intimidad y conexión es lo que realmente eleva la experiencia. La dirección de la fotografía es particularmente efectiva, utilizando colores vibrantes y un movimiento de cámara dinámico que refleja la energía del festival. Además, el uso de técnicas de animación, que reinterpretan las imágenes originales, es sutil pero impactante, añadiendo una capa extra de significado y profundidad.
Sin embargo, la película no está exenta de debilidades. La narrativa principal, centrada en los recuerdos de Pierson Howard, el joven que documentó el festival y luego lo olvidó, puede parecer a veces un poco forzada. Aunque sirve como un hilo narrativo, su desarrollo es más lento que el ritmo frenético de las actuaciones y la atmósfera general. A pesar de ello, la película es una joya cinematográfica que merece ser vista y apreciada. Es un poderoso recordatorio de un momento histórico, una celebración de la cultura afroamericana y un testimonio de la importancia de preservar la memoria colectiva. “Summer of Soul” es un hito en la historia del documental musical y una experiencia gratificante para cualquier espectador.
Nota: 8.5/10