“Summer Window” es una de esas películas que te atrapa desde el primer momento, no por su grandilocuencia narrativa, sino por la inquietante sensación de inestabilidad que genera y por la profunda exploración de la memoria, el duelo y la búsqueda de la identidad. Dirigida por la aclamada Alice Rohrwacher, la película nos sumerge en la mente fragmentada de Juliane, interpretada de forma magistral por Sandra Hüller. Hüller, con una actuación visceral y llena de matices, transmite la confusión, el miedo y la desesperación de una mujer que parece estar atrapada en un bucle temporal y emocionalmente desgarrador.
El guion de Rohrwacher y Christiane Zechmann es sutil pero efectivo. No busca explicaciones fáciles ni soluciones obvias. En lugar de ello, se centra en las consecuencias emocionales de este viaje en el tiempo no lineal, dejando al espectador con más preguntas que respuestas. La película juega con la ambigüedad y la atmósfera, utilizando la locación de Berlín, cubierta de nieve, como un espejo que refleja la desorientación de Juliane. La idea central de que la felicidad puede ser una ilusión y que el pasado puede perseguirte, incluso si has intentado escapar de él, es llevada a un extremo fascinante. La película evita caer en el melodrama barato, optando por una aproximación más contemplativa y psicológica. La escena en la inmobiliaria, con Philipp y Emily sin inmutarse ante la inexplicable vuelta en el tiempo, es particularmente perturbadora y sirve para subrayar la naturaleza irracional de la experiencia de Juliane.
Sin embargo, la película no es perfecta. A pesar de la atmósfera opresiva y la atmósfera visualmente rica, el ritmo puede ser un poco pausado para algunos espectadores. Algunos tramos podrían haber sido más dinámicos, aunque entiendo la intención de Rohrwacher de profundizar en la interioridad de la protagonista. La relación con August, aunque breve, es un elemento crucial para la comprensión de la protagonista y sus deseos, y la película lo explora con un tratamiento delicado, permitiendo al público vislumbrar las razones detrás de su fuga. El final, deliberadamente abierto, no proporciona un cierre definitivo, lo que puede resultar frustrante para algunos, pero en mi opinión, es una decisión acertada que refleja la naturaleza indefinida del viaje emocional de Juliane. La banda sonora, a cargo de Elia Montanari, es fundamental para crear la atmósfera inquietante y melancólica que impregna la película.
En definitiva, "Summer Window" es una película profundamente personal y provocadora, que nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la memoria, el amor, el arrepentimiento y la búsqueda de la propia identidad. Es una obra maestra del cine europeo contemporáneo, unánimemente alabada por su originalidad y su capacidad para generar un impacto emocional duradero.
Nota: 8.5/10