Sundown (2022)

“Sundown” no es una película que te sorprenda por su originalidad, pero tampoco pretende serlo. Se trata de un drama familiar, de esas piezas que exploran las grietas en relaciones aparentemente sólidas, y en ese sentido, la película de Iván Álvaro se mantiene con una eficacia inquietante. La premisa, la interrupción de unas vacaciones aparentemente idílicas en México, es un catalizador perfecto para desenterrar viejas heridas y resentimientos. La película utiliza el escenario mexicano – playas paradisíacas, calles adoquinadas, un hotel de lujo – como un telón de fondo que contrasta brutalmente con la atmósfera opresiva que se instala en la familia Bennett. El clima, el calor, los insectos... todo contribuye a la sensación de que algo terrible está a punto de suceder.

La dirección de Iván Álvaro es precisa y deliberada. La cámara no se involucra demasiado en la acción, adoptando una distancia que permite al espectador observar la desintegración familiar con un cierto distanciamiento. Este enfoque, combinado con una paleta de colores cálidos y saturados que rápidamente se ven marchitados por el gris y el azul del miedo, crea una experiencia visualmente impactante. Álvaro demuestra una habilidad notable para construir suspense, no a través de sustos fáciles, sino a través de la sugestión, el ritmo lento y el juego de miradas entre los personajes. La película se alimenta de la tensión psicológica, dejando que la incomodidad y la incertidumbre resuelvan gran parte de la narrativa.

El elenco es un punto fuerte indiscutible. Patrick O’Brian y María José Mauleon ofrecen interpretaciones sólidas y creíbles como Neil y Alice Bennett, respectivamente. O’Brian, en particular, transmite la fragilidad de un hombre que ha construido su vida sobre una fachada de control y que se ve vulnerable ante la aparición de la verdad. Mauleon, por su parte, encarna la paciencia y la resignación de una mujer que ha estado soportando un dolor silencioso durante mucho tiempo. Sin embargo, el núcleo de la película reside en el personaje de Colin, interpretado por Ethan Zielinski. La película explora con matices su rebeldía adolescente y su desconexión con su padre, creando un conflicto interno que es crucial para el desarrollo de la trama. El resto del elenco, incluyendo a los familiares que interrumpen el viaje, contribuye a la sensación de que todos los involucrados están envueltos en una red de secretos y desconfianza. La dinámica familiar es, sin duda, el corazón de la película.

El guion, aunque no sobresale por su complejidad, se beneficia de un ritmo pausado que permite desarrollar la relación entre los personajes y explorar sus motivaciones. Las conversaciones son naturales y reveladoras, aunque a veces un tanto predecibles. La película evita caer en clichés de género y se centra en la exploración de temas universales como el perdón, la culpa, el amor y la pérdida. La trama se mueve lentamente hacia un clímax que, si bien no es explosivo, es impactante por su honestidad y su capacidad para generar un sentimiento de desasosiego. La película no ofrece respuestas fáciles y deja al espectador reflexionando sobre las consecuencias de las acciones de los personajes y la naturaleza compleja de las relaciones humanas.

Nota: 7/10