Super Fly (1972)

“Super Fly” (1972) no es simplemente una película de acción y violencia, aunque estas sean elementos muy presentes. Es una radiante explosión de estilo, un manifiesto visual y musical de la época, y una ambición narrativa que, a pesar de sus defectos, sigue resonando con una fuerza sorprendente casi 50 años después. La película de Carroll Ballard es un estudio de personajes sobre un joven, Priest, que, confrontado a la inevitabilidad de su destino en el mundo del narcotráfico, busca una vía de escape, un último golpe para asegurar su libertad y, paradójicamente, la posibilidad de una vida digna.

La dirección de Carroll Ballard es magistral en su manejo del color y la atmósfera. Harlem no es un lugar árido y desolado, sino un vibrante caleidoscopio de luces, sonidos y texturas. Cada toma, desde las opulentas fiestas de Priest hasta los callejones húmedos y oscuros, está cuidadosamente elaborada para transmitir una sensación de lujo y peligro simultáneamente. Ballard utiliza un lenguaje visual que recuerda a la fotografía de la época, con una paleta de colores intensa y contrastada que acentúa la tensión y el dramatismo. La fotografía de Haskell Voel y la edición de Robert A. Brennan contribuyen a crear un ambiente hipnótico y envolvente.

La película cuenta con una interpretación icónica de Fred Williamson como Priest. Williamson ofrece una actuación natural y convincente, transmitiendo la ambición, el desprecio por el mundo que le rodea y el temor latente que acecha en el corazón de un hombre que se ha dedicado a un camino de autodestrucción. Su mirada, fría y calculada, es el eje central de la narrativa. La química entre Williamson y Pam Grier como Lafayette, la mujer de confianza que se convierte en su socio, es palpable y añade una capa de complejidad a la relación. Grier, a menudo relegada a papeles secundarios, demuestra una gran versatilidad y ofrece una actuación con mucho matiz, transmitiendo tanto la sensualidad como la inteligencia de su personaje.

El guion, adaptado de la novela “Requiem for a Dream” de Walter Tevis, presenta algunas fallas estructurales. La trama, aunque inicialmente prometedora, se simplifica a medida que avanza, relegando ciertos detalles interesantes a un segundo plano. La resolución, aunque impactante, se siente un tanto apresurada y carente de profundidad. Sin embargo, el guion logra capturar la atmósfera de la época, con diálogos mordaces y una descripción detallada del submundo del narcotráfico. La banda sonora, con la icónica interpretación de Curtis Mayfield, es, sin duda, uno de los mayores aciertos de la película, suministrando un ritmo irresistible y reforzando la intensidad emocional de la historia.

En definitiva, “Super Fly” es una película que trasciende su género. Es un retrato visualmente deslumbrante y musicalmente memorable de una generación atrapada en un ciclo de violencia y desesperación. A pesar de sus limitaciones narrativas, su impacto cultural y su influencia en el cine posterior son innegables. Es una joya olvidada que merece ser redescubierta.

Nota: 8/10