“Supercutres” es, en esencia, una comedia de enredos juvenil que intenta desvelar las ansiedades y la inexperiencia de la juventud universitaria, pero se queda a medio camino entre lo entrañable y lo predecible. La película, ambientada en una bulliciosa playa griega, nos presenta un grupo de cuatro amigos que, al término de sus estudios, deciden embarcarse en una aventura sin planificación, una decisión que rápidamente se convierte en una maraña de situaciones cómicas y, a veces, vergonzosas.
La dirección de Marcos Díaz es sencilla y funcional. No se busca la grandilocuencia visual; el enfoque se centra en la acción y el ritmo. La filmación, predominantemente con tomas en cámara verdosa y un uso eficaz de la música, crea una atmósfera festiva y ligeramente descontrolada, acorde con la dinámica de los personajes. Sin embargo, a veces, el estilo se vuelve un poco repetitivo y carece de la profundidad visual que podría haber realzado el impacto emocional de algunos momentos. Díaz no es un director que busque la originalidad en la composición, sino que opta por la eficiencia en la narración.
El reparto es el punto fuerte indiscutible de la película. Los cuatro protagonistas – Javier Soto, Miguel Ángel Morales, Bruno Vega y Dani Suárez – logran transmitir la torpeza, la inseguridad y el espíritu aventurero de sus personajes de forma creíble. Cada uno ofrece una interpretación natural y con mucho carisma, y sus interacciones se sienten auténticas, producto de una química real que se percibe entre ellos. En especial, Javier Soto, quien interpreta al líder del grupo, destaca por su capacidad para equilibrar la impulsividad con momentos de vulnerabilidad, generando empatía en el espectador. Las actuaciones no son obras maestras, pero sí cumplen con creces las expectativas de un público que busca entretenimiento ligero y sin complicaciones.
El guion, escrito por Daniel Sánchez y Mateo García, es donde la película más notablemente falla. Si bien la premisa es atractiva y ofrece un punto de partida interesante, la historia se desarrolla con una lógica a menudo difusa. Los problemas que enfrentan los personajes parecen surgir más por la necesidad de generar situaciones cómicas que por la evolución natural de los acontecimientos. Excesivamente dependiente de gags visuales y diálogos ingeniosos, pero poco profundos, el guion carece de un trasfondo emocional sólido y se queda en la superficie. Las complicaciones se resuelven con demasiada facilidad, dejando un final algo abrupto y sin la reflexión que podría haberle dado mayor resonancia. La película se concentra en la comedia física, pero descuida el desarrollo de los personajes y la exploración de sus motivaciones.
A pesar de sus defectos, “Supercutres” ofrece una dosis de humor relajante y un escape a una playa paradisíaca. Es una película para ver con amigos, para desconectar y disfrutar de un entretenimiento ligero. No es una obra que deje una huella duradera, pero sí cumple su cometido de divertir, aunque con ciertas limitaciones. La experiencia es positiva, aunque no especialmente memorable.
Nota: 6/10
