Supergirl (1984)

“Supergirl” (2018) es, paradójicamente, una película que logra equilibrar un guion predecible con un corazón sorprendentemente valiente. En un género que a menudo se ve eclipsado por el bombardeo de superhéroes, esta película se distingue por su enfoque en la amistad, la responsabilidad y el sacrificio, temas que, aunque no siempre se desarrollan con la profundidad que merecen, sí dejan una impresión duradera. La premisa, la amenaza a una ciudad en el espacio debido a la pérdida de su fuente de energía, es básica, pero sirve como un catalizador para explorar la evolución de Kara Zor-El, que conocemos y amamos desde el primer momento como la heroína.

La dirección de Patty Jenkins, que ya había demostrado su talento con “Wonder Woman”, aporta una sensibilidad particular a la historia. Evita los clichés típicos del género, optando por un tono más contemplativo que permite al espectador conectar emocionalmente con los personajes. La película se beneficia enormemente del diseño de producción, creando la ciudad de Argo como un lugar vibrante, lleno de vida y tecnología avanzada, que contrasta fuertemente con la soledad y el riesgo que Kara enfrenta en la Tierra. La utilización de efectos visuales, aunque no revolucionarios, son funcionales y contribuyen a la atmósfera espacial de la película, especialmente en las secuencias de viaje en hiperespacio, que son visualmente atractivas y evocadoras. Sin embargo, es en la resolución de algunos efectos especiales donde la película se muestra un poco vulnerable, perdiendo algo de solidez visual.

El elenco está a la altura de las circunstancias. Amy Adams, como la Dra. Danvers (interpretada aquí como la confidente y mentora de Kara), aporta una presencia imponente y una elegancia natural. Chyler Leigh, en el papel de Kara, ofrece una interpretación sólida, mostrando con convicción la transformación de una chica adolescente a una heroína en formación. Tyler James Williams, como Superboy, ofrece un contrapunto interesante a la imagen de la heroína madura, y su relación con Kara se desarrolla de manera orgánica y, en ocasiones, conmovedora. No obstante, el guion se centra casi exclusivamente en Kara, dejando a otros personajes secundarios con poca profundidad, lo cual se traduce en una cierta falta de impacto en el desarrollo de la trama.

El guion, aunque con un ritmo pausado, no es particularmente innovador. La trama se mueve a un ritmo constante, sin sobresaltos mayores y con un arco argumental predecible. La exploración del tema de la identidad, la lucha por superar el miedo y la aceptación de las propias habilidades son centrales, pero se presentan de manera algo superficial. La película busca, deliberadamente, evitar la exposición gratuita de superpoderes y se enfoca más en el viaje emocional de Kara, su relación con su mentor y su aprendizaje sobre el sacrificio. El concepto de la “Zona Fantasma”, aunque interesante, se explica de manera algo vaga, dejando lugar a interpretaciones y sin una resolución completamente satisfactoria. La película se aleja de las espectaculares batallas típicas del género, priorizando el desarrollo del personaje y la construcción de un mundo creíble, pero esto puede resultar decepcionante para aquellos esperando una experiencia más explosiva.

Nota: 6/10