Superman III (1983)

‘Superman III’ es una película que, a priori, podría pasar como una simple extensión del camino ya recorrido por los dos largometrajes anteriores. Sin embargo, al observarla con detenimiento, se revela una pieza sorprendentemente sólida y, en algunos aspectos, incluso refrescante dentro del canon de Superman. La película, dirigida por Richard Donner, se aleja, en cierta medida, del tono de acción desenfrenada de ‘Superman II’ y se concentra en explorar la humanidad y las vulnerabilidades del Superhombre, lo que la convierte en una experiencia más sutil y emocionalmente resonante.

La trama, centrada en la amenaza de Gus Gorman, un genio informático obsesionado con la creación de una máquina capaz de controlar la mente humana, parece sencilla al principio. No obstante, el guion, coescrito por Leigh Crafton, se involucra en un análisis psicológico del personaje de Gorman, quien se convierte en un reflejo de la propia soledad y el anhelo de reconocimiento. La película no se conforma con presentarlo como un villano unidimensional, sino que le otorga una complejidad que lo hace, paradójicamente, más amenazante. La idea de que la tecnología, incluso con las mejores intenciones, puede ser utilizada para manipular y destruir la libertad individual es un tema recurrente y pertinentísimo en la era moderna.

La dirección de Richard Donner mantiene la familiaridad visual de la saga, pero introduce sutiles cambios en la puesta en escena, creando una atmósfera más opresiva y claustrofóbica. La película sabe jugar con la luz y la sombra, enfatizando la amenaza inminente y la sensación de que Superman no está solo contra el mundo. La acción, aunque presente, se integra orgánicamente en la narrativa, sin resultar excesivamente bombástica ni desnaturalizada. La confrontación final con Gorman es especialmente bien coreografiada, evitando los trucos visuales exagerados que a veces caracterizaban a la serie de los años 80.

Las actuaciones son impecables. Christopher Reeve, como siempre, ofrece una interpretación magistral de Superman, transmitiendo la mezcla perfecta de fuerza, vulnerabilidad y altruismo. Su retorno a Smallville, un elemento central de la película, proporciona un contrapunto emocional crucial a las batallas épicas. La relación entre Superman y Lana Lang, interpretada por Margot Kidder, se explora con mayor profundidad, revelando el dolor del pasado y la esperanza de un futuro compartido. Kidder, a pesar de no tener un papel particularmente heroico, aporta una ternura y un realismo que equilibran el papel de Superman. La interpretación de Gene Hackman como el magnate Lex Luthor, aunque no alcanza la intensidad de sus apariciones anteriores, sigue siendo convincente, ofreciendo un villano culto y manipulador.

En definitiva, 'Superman III' es una película que, lejos de ser un simple relleno entre ‘Superman’ y ‘Superman II’, se erige como una reflexión sobre la identidad, el deber y la importancia de la conexión humana. No es una obra maestra, pero sí un ejemplo admirable de cómo se puede mantener viva la llama de un héroe icónico sin caer en clichés o la explotación excesiva de efectos especiales.

Nota: 7.5/10