Superstar (1999)

“Superstar” (Superstar, 2019) no es una película que se olvida fácilmente, ni por su pretenciosidad, ni por su ingenio, sino por la forma en que, a pesar de sus evidentes influencias, consigue tejer una historia sorprendentemente conmovedora sobre la ambición, la autopercepción y la necesidad de ser vista. La película, dirigida por Bradley Rustbaum, se centra en Mary Katherine Gallagher (Millie Alcock), una adolescente de 16 años que, frustrada por una vida aburrida en una pequeña ciudad de Ohio, decide que su destino es ser una superestrella de Hollywood. No es un deseo casual; es una respuesta visceral a la sensación de invisibilidad y a la constante comparación con la glamour de la pantalla grande.

La dirección de Bradley Rustbaum es deliberadamente observadora, casi como si estuviera grabada con una cámara oculta. Se deleita en los momentos cotidianos de la vida de Mary Katherine, en sus pequeñas victorias y sus profundos fracasos. Evita la sobreexposición y, en cambio, construye una atmósfera de autenticidad que, aunque a veces pueda resultar un poco lenta, contribuye significativamente al impacto emocional de la película. Hay un realismo crudo en la presentación de la vida adolescente, sin glorificar la fama ni minimizar las dificultades. Se nota la intención de capturar la vulnerabilidad y la inocencia de la protagonista, contrastando con el deseo de grandeza que la consume.

Millie Alcock ofrece una actuación sobresaliente como Mary Katherine. Su interpretación es sutil pero poderosa. No se reduce a un cliché de la chica soñadora; vemos en su mirada la mezcla de desesperación, esperanza y una profunda necesidad de conexión. Alcock consigue transmitir la angustia de una adolescente que busca desesperadamente un propósito, un significado, y se aferra a la fantasía de la fama como una vía de escape. Los actores de apoyo, como el padre de Mary Katherine (Nick Robinson), también ofrecen interpretaciones sólidas, aunque su papel se limita en gran medida a proporcionar el contrapunto realista a la obsesión de la protagonista. La dinámica familiar se presenta con honestidad y sin sentimentalismos gratuitos.

El guion, adaptado del libro de Elly Grundmann, es quizás el punto fuerte de la película. No es una obra maestra narrativa, pero sí un retrato perspicaz de la adolescencia y de la búsqueda de identidad. La historia explora temas complejos como la autoconcepto, la imagen pública, las redes sociales y la influencia de los medios de comunicación. La película cuestiona la idea de que la fama automática conduce a la felicidad, revelando la soledad y el vacío que puede resultar de la búsqueda de la validación externa. La escritura es inteligente, con diálogos naturales y situaciones que se sienten genuinas, incluso cuando son cómicas. La película no teme mostrar las consecuencias negativas de la obsesión, presentando a la protagonista como una persona vulnerable y, en ocasiones, tímida y equivocada.

Si bien "Superstar" podría haber sido una comedia exagerada y superficial, elige un camino más introspectivo y reflexivo. Es una película que invita a la reflexión sobre los valores que nos guían y las expectativas que la sociedad impone. No se trata de una película fácil de ver, pero sí es una experiencia cinematográfica que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado.

Nota: 7/10