“Susanna” es un thriller psicológico que se instala en la memoria del espectador como una inquietante corriente subterránea. La película, dirigida por Oriol Paulo, no busca la espectacularidad, sino la atmósfera opresiva y la sensación constante de que algo terrible podría ocurrir en cualquier momento. Paulo no depende de giros argumentales convencionales; en cambio, construye un drama personal con una base de explotación y secretos que resulta particularmente perturbadora.
La película se centra en el retorno de Álex (Daniel Brühl), un hombre que ha cometido errores graves en el pasado y que ahora busca recomponer su vida con su esposa Muntsa (Michelle Jenner), embarazada de su hijo. Sin embargo, su pasado lo alcanza en forma de Susanna (Lucía Amatrián), una joven que, en su juventud, mantuvo una relación intensa y peligrosa con él. El reencuentro no es una reconciliación, sino el preludio de una confrontación que se enraíza en el trauma y la culpa. La trama avanza con una lentitud deliberada, permitiendo que la tensión crezca gradualmente, alimentada por las miradas, los gestos y las silencios incómodos entre los personajes. Esta estrategia, lejos de ser una debilidad, es una de las fortalezas de la película, ya que permite al espectador internalizar la angustia que experimentan los protagonistas.
La dirección de Oriol Paulo es magistral en su capacidad para crear un espacio claustrofóbico, tanto físico como emocional. Las escenas en la costa, con la brisa marina y la luz del sol, contrastan con la oscuridad que reside en los personajes. La fotografía de Miguel Górriz contribuye significativamente a esta atmósfera, utilizando colores apagados y primeros planos que intensifican la mirada y la vulnerabilidad de los protagonistas. La banda sonora, minimalista pero efectiva, realza la sensación de inquietud. Sin embargo, quizás el mayor mérito reside en la interpretación de Daniel Brühl, quien ofrece una actuación llena de matices, transmitiendo con éxito la tormenta interior de un hombre atormentado por sus actos.
La interpretación de Lucía Amatrián como Susanna es particularmente conmovedora. Representa una joven atrapada en un ciclo de abuso y violencia, pero con una vitalidad y una fuerza interior que la convierten en un personaje complejo y digno de compasión. La relación entre Álex y Susanna está llena de una ambigüedad perturbadora; la película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas sobre la responsabilidad, la culpa y el impacto del pasado en el presente. No hay héroes ni villanos, solo individuos lidiando con sus demonios y buscando, a su manera, una forma de redención. El guion, aunque lento, es inteligente y profundo, explorando las complejidades de la naturaleza humana y la fragilidad de las relaciones.
A pesar de su ritmo pausado, "Susanna" es una película que se queda en la mente. Es una historia sobre el amor, la traición y el trauma, que nos invita a reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos y el poder devastador del pasado. Es un thriller psicológico que se resiste a los clichés y se adentra en los rincones más oscuros del alma humana.
Nota: 8/10