Sweet Virginia (2017)

“Sweet Virginia” no es un thriller de acción explosivo, ni una epopeya campestre, sino una película de atmósfera densa y protagonista atormentado. El director James Gray nos presenta a Sam, interpretado magistralmente por Ben Mendelsohn, un hombre marcado por el pasado, un pasado que le ha privado de la felicidad y lo ha relegado a un exilio en un remoto motel de Alaska. La película, con su paisaje implacable y la quietud de su entorno, comienza como un estudio de personajes sobre un hombre que lucha contra sus demonios y que, inadvertidamente, se ve arrastrado a un drama mucho más grande.

Mendelsohn ofrece una actuación notable, no en la exageración de un héroe de acción, sino en la sutil descripción de un hombre roto, en la carga visible de sus recuerdos. Su Sam es un hombre taciturno, con miradas que revelan un dolor profundo, y su interacción con la joven Virginia (Carrie Mulligan), una niña que encuentra refugio en su motel, desencadena una espiral de eventos que lo llevan a enfrentarse a su pasado y a los secretos que acechan en la comunidad local. La química entre Mulligan y Mendelsohn es genuina y conmovedora, un hilo conductor que une el relato y le otorga un elemento humano esencial. Mulligan, por su parte, brilla con una intensidad contenida, transmitiendo la vulnerabilidad y la inocencia de la niña, mientras que su relación con Sam evoluciona de una forma compleja y llena de matices.

La dirección de James Gray, a pesar de la evidente influencia del neowestern, se centra en la construcción de la tensión psicológica. La película no se basa en persecuciones trepidantes ni en diálogos brillantes, sino en la creación de una atmósfera inquietante y en el desarrollo gradual del conflicto. El uso de la fotografía, con sus contrastes entre la luz y la sombra, y la banda sonora, que evoca la soledad y el aislamiento, contribuyen a crear una experiencia cinematográfica imersiva. El guion, escrito por Gray y siameses Gray, es contundente en su exploración de temas como la redención, la culpa y la responsabilidad, aunque podría haber beneficiado de una mayor profundidad en algunos de sus elementos centrales. La trama, aunque inicialmente sencilla, se complica con revelaciones que, si bien generan suspense, podrían haber sido manejadas con mayor sutileza para evitar que la historia se sienta apresurada.

En definitiva, “Sweet Virginia” es una película contemplativa que exige paciencia al espectador. No es una película fácil, y su ritmo pausado puede no ser del gusto de todos. Sin embargo, es una obra bien ejecutada que ofrece una mirada a la condición humana, a la fragilidad de la vida y a la posibilidad de encontrar la redención en los lugares más inesperados. Es una película que te queda en la memoria mucho después de que los créditos finales han finalizado.

Nota: 7/10