Swim Little Fish Swim (2014)

“Swim Little Fish Swim” no es una película que se disfruta de manera convencional. Es una experiencia cinematográfica que se instala en la mente, dejando una impresión persistente y, a veces, inquietante. La dirección de Dustin Guy Defa es, sin duda, la fuerza motriz de esta producción, y lo hace con una meticulosidad casi obsesiva, creando un mundo onírico y perturbador que se acerca peligrosamente a las profundidades del subconsciente. Defa no se conforma con el simple relato; se sumerge en la atmósfera, utilizando la luz, el color y la composición para generar un ambiente de constante incertidumbre y una sensación palpable de estar observando un sueño difuso.

La película gira en torno a Lola, interpretada con una belleza fría e impenetrable por Brooke Bloom. Bloom logra capturar la esencia de una niña en transición, pero también la inquietante sensación de que se esconde algo más detrás de su mirada. El personaje no es fácil de amar, ni de comprender plenamente; su comportamiento a menudo es errático y su motivación es oscura. La presencia de Anne Consigny, como una figura maternal y enigmática, actúa como un hilo conductor a través de esta narrativa fragmentada. Consigny aporta un peso emocional y una sabiduría velada que contrastan fuertemente con la inocencia fingida de Lola. Sin embargo, la relación entre ambas, aunque crucial para el desarrollo de la historia, se presenta a veces de forma algo abrupta, perdiendo parte de su resonancia emocional.

El guion, coescrito por Defa y Peter Kerekes, es el punto más débil de la película, aunque también su mayor virtud. A veces, la deliberada ambigüedad se convierte en frustración. Se intuyen referencias al arte, específicamente al surrealismo y a la magia, pero estas se presentan de forma dispersa y a menudo sin una conexión clara con la trama principal. La película se enreda en su propia complejidad, diluyendo la narrativa original y dejando al espectador con la sensación de que se le está presentando una serie de imágenes significativas sin una lógica interna aparente. Es un riesgo calculado, quizás, pero uno que no siempre se ve recompensado. La película juega con la memoria y la identidad, explorando la idea de que el pasado siempre nos persigue y que la realidad es, en última instancia, una construcción subjetiva. Pero el hacerlo, a veces, se siente más como una declaración de intenciones que como una exploración profunda.

A pesar de sus defectos narrativos, “Swim Little Fish Swim” es una película visualmente impactante, con una estética que evoca a las películas de David Lynch. Las transiciones entre escenas, la iluminación cuidadosamente elaborada y la banda sonora, combinada con la actuación natural de Bloom y Consigny, crean una atmósfera única y memorable. No es una película para todos los públicos, ni para una noche de fácil disfrute. Requiere paciencia, atención y una voluntad de dejarse llevar por su extraña y perturbadora lógica. Si estás dispuesto a aceptar sus irregularidades, “Swim Little Fish Swim” puede recompensarte con una experiencia cinematográfica profundamente inmersiva y reflexiva.

Nota: 7/10